sábado, 30 de junio de 2007

LA CONTEMPLACIÓN EUCARÍSTICA

F.V.D.

Extraído de una meditación del P. Raniero Cantalamessa ofm, del libro:
“La Eucaristía: nuestra santificación”

Pero ¿qué significa, concretamente, hacer contemplación eucarística? En sí misma, la contemplación eucarística no es otra cosa que la capacidad, o mejor aún, el don de saber establecer un contacto de corazón a corazón con Jesús presente realmente en la Hostia y, a través de Él, elevarse hasta el Padre en el Espíritu Santo.

Todo esto, en el mayor silencio posible, tanto exterior como interior. El silencio es el esposo de la contemplación que la custodia, como José custodiaba a María. Contemplar es establecerse intuitivamente en la realidad divina (que puede ser Dios mismo, un atributo suyo o un misterio de la vida de Cristo) y gozar de su presencia. En la meditación prevalece la búsqueda de la verdad, en la contemplación, en cambio, el goce la Verdad encontrada (aquí “Verdad” está escrito con letra mayúscula, porque la contemplación tiende siempre a la persona, al todo y no a las partes).

Los grandes maestros de espíritu han definido la contemplación como “una mirada libre, penetrante e inmóvil”, o bien como “una mirada afectiva sobre Dios”. Por eso realizaba una óptima contemplación eucarística aquel campesino de la parroquia de Ars que pasaba horas y horas inmóvil, en la iglesia, con su mirada fija en el sagrario y cuando el santo cura le preguntó por qué estaba así todo el día, respondió : “Nada, yo lo miro a él y él me mira a mí”. Esto nos dice que la contemplación cristiana nunca tiene un único sentido, ni tampoco está dirigida a la “Nada” (como sucede en ciertas religiones orientales, particularmente el budismo). Son siempre dos miradas que se encuentran: nuestra mirada sobre Dios y la mirada de Dios sobre nosotros. Si a veces se baja nuestra mirada o desaparece, nunca ocurre lo mismo con la mirada de Dios. La contemplación eucarística es reducida, en alguna ocasión, a hacerle compañía a Jesús simplemente, a estar bajo su mirada, dándole la alegría de contemplarnos a nosotros que, a pesar de ser criaturas insignificantes y pecadoras, somos sin embargo el fruto de su pasión, aquellos por los que dio su vida: “Él me mira!”.

La contemplación eucarística no es, pues, impedida de por sí por la aridez que a veces se puede experimentar, ya sea debido a nuestra disipación o sea en cambio permitida por Dios para nuestra purificación. Basta darle a ésta un sentido, renunciando también a nuestra satisfacción derivante del fervor, para hacerle feliz a Él y decir, con palabras de Charles de Foucauld: “Tu felicidad, Jesús, me basta”; es decir, me basta que tú seas feliz. Jesús tiene a disposición la eternidad para hacernos felices a nosotros; nosotros no tenemos más que este breve espacio de tiempo para hacerle feliz a Él. ¿Cómo resignarse a perder esta oportunidad que ya nunca más volverá? A veces nuestra adoración eucarística puede parecer una pérdida de tiempo pura y simplemente, un mirar sin ver; pero, en cambio, ¡cuánto testimonio encierra! Jesús sabe que podríamos marcharnos y hacer cientos de cosas mucho más gratificantes, mientras permanecemos allí quemando nuestro tiempo, perdiéndolo “miserablemente”.

Contemplando a Jesús en el sacramento del altar, realizamos la profecía pronunciada en el momento de la muerte de Jesús en la cruz : Mirarán al que traspasaron (Jn 19, 37). Es más, dicha contemplación es ella misma una profecía, porque anticipa lo que haremos por siempre en la Jerusalén celeste. Es la actividad más escatológica y profética que se pueda realizar en la Iglesia. Al final ya no se inmolará el Cordero, ni se comerá su carne. Esto es, cesará la consagración y la comunión; pero nunca se acabará la contemplación del Cordero inmolado por nosotros. Esto, en efecto, es lo que hacen los santos en el cielo (cfr. Ap.5, 1ss.). Cuando estamos ante el sagrario, formamos ya un único coro con la Iglesia de lo alto: ellos delante y nosotros, por decirlo así, detrás del altar; ellos en la visión, nosotros en la fe.
En el libro del Éxodo leemos que cuando Moisés bajó del monte Sinaí no sabía que la piel de su rostro se había vuelta radiante, por haber hablado con Él (Ex 34,29). Moisés no sabía ni tampoco nosotros lo sabremos (porque es bueno que sea así); pero quizás nos suceda también a nosotros que, volviendo entre los hermanos después de esos momentos, alguien vea que nuestro rostro se ha hecho radiante, porque hemos contemplado al Señor. Y éste será el más hermoso don que nosotros podremos ofrecerles..

viernes, 29 de junio de 2007

29 de junio fiesta de San Pablo

F.V.D.

“Te basta mi gracia. Mi fuerza se demuestra plenamente en la debilidad”

Nació en la ciudad de Tarso, en el Asia Menor, quizás unos diez años después del nacimiento de Jesucristo. Su primer nombre era Saulo. Era de familia de judíos, de la tribu de Benjamín y de la secta de los fariseos. Fue educado en toda la rigidez de las doctrinas de los fariseos, y aprendió muy bien el idioma griego que era el que en ese entonces hablaban las gentes cultas de Europa. Esto le será después sumamente útil en su predicación.

De joven fue a Jerusalén a especializarse en Biblia como discípulo del sabio judío más famoso de su tiempo en esa época, Gamaliel.

Durante la vida pública de Jesús no estuvo Saulo en Palestina, por eso no lo conoció personalmente.

Después de la muerte de Jesús, volvió nuestro hombre a Jerusalén y se encontró con que los seguidores de Jesús se habían extendido mucho y emprendió con muchos otros judíos una feroz persecución contra los cristianos. Al primero que mataron fue al diácono San Esteban y mientras los demás lo apedreaban, Saulo les cuidaba sus vestidos, demostrando así que estaba de acuerdo con este asesinato. Pero Esteban murió rezando por sus perseguidores y obtuvo pronto la conversión de este terrible enemigo.

Saulo salió para Damasco con órdenes de los jefes de los sacerdotes judíos para apresar y llevar a Jerusalén a los seguidores de Jesús. Pero por el camino una luz deslumbrante lo derribó del caballo y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo ¿por qué me persigues?". Él preguntó: "¿Quién eres tú?- y la voz le respondió: "Yo soy Jesús el que tú persigues". Pablo añadió: "¿Señor, qué quieres que yo haga?" y Jesús le ordenó que fuera a Damasco y que allá le indicaría lo que tenía que hacer. Desde ese momento quedó ciego y así estuvo por tres días. Y allá en Damasco un discípulo de Jesús lo instruyó y lo bautizó, y entonces volvió a recobrar la vista. Desde ese momento dejó de ser fariseo y empezó a ser apóstol cristiano.

Después se fue a Arabia y allá estuvo tres años meditando, rezando e instruyéndose en la doctrina del cristianismo.

Vuelto a Damasco empezó a enseñar en las Sinagogas que Jesucristo es el Redentor del mundo. Entonces los judíos dispusieron asesinarlo y tuvieron los discípulos que descolgarlo por la noche en un canasto por las murallas de la ciudad. Muchas veces tendrá que salir huyendo de diversos sitios, pero nadie logrará que deje de hablar a favor de Cristo Jesús y de su doctrina.

Llegó a Jerusalén y allá se puso también a predicar acerca de Cristo, pero los judíos decidieron matarlo. Entonces los cristianos lo sacaron a escondidas de la ciudad y lo llevaron a Cesarea. De allí pasó a Tarso, su ciudad natal, y allá estuvo varios años.

Y un día llegó a Tarso en su busca su gran amigo, San Bernabé, y se lo llevó a la populoso ciudad de Antioquía a que le ayudara a predicar. Y en esa ciudad estuvo predicando durante un año, hasta que en una reunión del culto por inspiración divina, fueron consagrados sacerdotes Saulo y Bernabé, para ser enviados a misionar.

San Pablo hizo cuatro grandes viajes que se han hecho famosos. El primero ya lo narramos en la historia de San Bernabé su compañero (en el 11 de junio). En ese viaje cambió su nombre de Saulo por el de Pablo, en honor de su primer gran convertido, el gobernador de Chipre, que se llamaba Sergio Pablo.

El segundo viaje lo hizo de los años 49 al 52. En este recorrido ya es menos impulsivo que en el viaje anterior y encuentra menos reacciones violentas, pero estas no faltan y bastante graves. Visita las comunidades o iglesias que fundó en el primer viaje y se propone seguir misionando por el Asia Menor pero un mensaje del cielo se lo impide y le manda que pase a Europa a misionar. Se encuentra con dos valiosos colaboradores: el evangelista San Lucas (a quien llama "médico amadísimo") y Timoteo, que será su más fiel secretario y servidor, y a quien escribirá después dos cartas que se han hecho famosas.

La primera ciudad europea que visitó fue Filipos (en sueños oyó que un habitante de Filipos le suplicaba: "Ven a ayudarnos"). Allí le sacó el demonio a una muchacha que hacía adivinaciones y al acabárseles el negocio de los que cobraban por cada adivinación, estos arremetieron contra Pablo y su compañero Silas y les hicieron dar una feroz paliza. Pero en la cárcel a donde los llevaron, lograron convertir y bautizar al carcelero y a toda su familia. Pablo guardó siempre un gran cariño hacia los habitantes de Filipos y a ellos dirigió después una de sus más afectuosas cartas, la Epístola a los Filipenses.

Después pasó a la ciudad de Atenas, que era la más famosa en cuanto cultura y filosofía. Allá predicó un sermón en el Aerópago, y aunque muchos se rieron porque hablaba de que Cristo había resucitado, sin embargo logró convertir a Dionisio el aeropágita, a Dámaris y a varias personas más.

Enseguida pasó a Corinto, que era un puerto de gran movimiento de gentes. Allí estuvo predicando durante un año y seis meses y logró convertir gran cantidad de gentes. Más tarde dirigirá a sus habitantes sus dos célebres cartas a los Corintios. De allí salió a hacer su cuarta visita a Jerusalén.

Su tercer viaje lo hizo del año 53 al 56. En este viaje lo más notorio fue que en la ciudad de Efeso en la cual estuvo por bastantes meses, Pablo logró que muchas personas empezaran a darse cuenta de que la diosa Diana que ellos adoraban era un simple ídolo, y dejaron de rendirle culto. Entonces los fabricantes de estatuillas de Diana al ver que se arruinaba el negocio, promovieron un gran tumulto en contra del Apóstol. De Efeso partió Pablo hacia Jerusalén a llevar a los cristianos pobres de esa ciudad el producto de una colecta que había promovido entre las ciudades que había evangelizado. Por todas partes se iba despidiendo, anunciando a sus discípulos que el Espíritu Santo le comunicaba que en Jerusalén le iban a suceder hechos graves, y que por eso probablemente no lo volverían a ver. Esto causaba profunda emoción y lágrimas en sus seguidores que tanto lo estimaban.

En su quinto viaje a Jerusalén, los judíos promovieron contra él un espantoso tumulto y estuvieron a punto de lincharlo. A duras penas lograron los soldados del ejército romano sacarlo con vida de entre la multitud enfurecida. Entonces cuarenta judíos juraron que no comerían ni beberían mientras no lograran matar a Pablo. Al saber la hermana de él esta grave noticia, mandó un sobrino a que se la contara. Entonces Pablo avisó al comandante del ejército, y de noche, en medio de un batallón de caballería y otro de infantería, lo sacaron de Jerusalén y lo llevaron a Cesarea. Allá estuvo preso por dos años, pero permitían que sus discípulos fueran a visitarlo.

Al darse cuenta Pablo de que los judíos pedían que lo llevaran a Jerusalén para juzgarlo (para poder matarlo por el camino), pidió ser juzgado en Roma, y el gobernante aceptó su petición. Y en un barco comercial fue enviado, custodiado por 40 soldados. Y sucedió que en la travesía estalló una espantosa tormenta y el barco se hundió. Pero Jesucristo le anunció a Pablo que por el amor que le tenía a su muy estimado Apóstol no permitiría que ninguno de los viajeros del barco se ahogase. Y así sucedió. Lograron llegar a la Isla de Creta y allí salvaron sus vidas del naufragio.

Al fin llegaron a Roma, donde esperaban a Pablo con gran entusiasmo los cristianos. En esa ciudad capital estuvo por dos años preso (casa por cárcel) con un centinela en la puerta. Y los cristianos y los judíos iban frecuentemente a charlar con él, y aprovechaba toda ocasión que se le presentara para hablar de Cristo y conseguirle más y más seguidores.
Cuando estalló la persecución de Nerón, éste mandó matar al gran Apóstol, cortándole la cabeza. Dicen que sucedió el martirio en el sitio llamado Las Tres fontanas (y una antigua tradición contaba que al caer la cabeza por el suelo dio tres golpes y que en cada sitio donde la cabeza golpeó el suelo, brotó una fuente de agua).

San Pablo se ha hecho famoso por sus 13 cartas en las cuales enseña verdades valiosísimas acerca de nuestra Santa Religión. Allí se ve que era un "enamorado de Cristo y de su Santa Religión".

En su segunda Carta a los corintios, San Pablo narra así lo que le sucedió en su apostolado: "Cinco veces recibí de los judíos 39 azotes cada vez. Tres veces fue apaleado con varas. Tres veces padecí naufragios. Un día y una noche los pasé entre la vida y la muerte en medio de las olas del mar. Muchas veces me vi en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los judíos, peligros de los paganos, peligros en la ciudad, peligros en el campo, peligros en el mar, peligros por parte de falsos hermanos; noches sin dormir; días y días sin comer; sed espantable y fríos horrorosos; falta de vestidos para abrigarse, y además de eso, mi preocupación por todas las Iglesias o reuniones de creyentes. Quien se desanima, que no me haga desanimar. ¿Quién sufre malos ejemplos que a mí no me haga sufrir con eso"?.

Pablo, fervoroso Apóstol, un favor te pedimos al recordar tu fiesta de cada año: suplícale a Dios que te imitemos en tu inmenso amor a Jesucristo y en tu deseo impresionante de salvar almas. Que cada uno de nosotros pueda repetir aquella tu frase famosa: "Me desgasto y me desgastaré por el bien de las almas y por el Reino de Cristo Jesús".




jueves, 28 de junio de 2007

André Frossard (1915-1995)

F.V.D.

Dios existe. Yo me lo encontré.

André Frossard nació en Francia en 1915. Como su padre, Ludovic-Oscar Frossard, fue diputado y ministro durante la III República y primer secretario general del Partido Comunista Francés, Frossard fue educado en un ateísmo total. Encontró la fe a los veinte años, de un modo sorprendente, en una capilla del Barrio Latino, en la que entró ateo y salió minutos más tarde "católico, apostólico y romano".

El ateísmo en André Frossard y su posterior y repentina conversión se entienden un poco más contemplando su propia familia, como nos lo cuenta él mismo: "Eramos ateos perfectos, de esos que ni se preguntan por su ateísmo. Los últimos militantes anticlericales que todavía predicaban contra la religión en las reuniones públicas nos parecían patéticos y un poco ridículos, exactamente igual que lo serían unos historiadores esforzándose por refutar la fábula de Caperucita roja. Su celo no hacia más que prolongar en vano un debate cerrado mucho tiempo atrás por la razón. Pues el ateísmo perfecto no era ya el que negaba la existencia de Dios, sino aquel que ni siquiera se planteaba el problema. (...)

Dios no existía. Su imagen o las que evocan su existencia no figuraban en parte alguna de nuestra casa. Nadie nos hablaba de Él. (...) No había Dios. El cielo estaba vacío; la tierra era una combinación de elementos químicos reunidos en formas caprichosas por el juego de las atracciones y de las repulsiones naturales. Pronto nos entregaría sus últimos secretos, entre los que no había en absoluto Dios.

¿Necesito decir que no estaba bautizado? Según el uso de los medios avanzados, mis padres habían decidido, de común acuerdo, que yo escogería mi religión a los veinte años, si contra toda espera razonable consideraba bueno tener una. Era una decisión sin cálculo que presentaba todas las apariencias de imparcialidad. ¿A los veinte años quiere creer? Que crea. De hecho, es una edad impaciente y tumultuosa en la que los que han sido educados en la fe acaban corrientemente por perderla antes de volverla a encontrar, treinta o cuarenta años más tarde, como una amiga de la infancia... Los que no la han recibido en la cuna tienen pocas oportunidades de encontrarla al entrar en el cuartel...

Mi padre era el secretario general del partido socialista. Yo dormía en la habitación que, durante el día, servía a mi padre de despacho, frente a un retrato de Karl Marx, bajo un retrato a pluma de Jules Guesde (socialista que colaboró en la redacción del programa colectivista revolucionario) y una fotografía de Jaurès.

Karl Marx me fascinaba. Era un león, una esfinge, una erupción solar. Karl Marx escapaba al tiempo. Había en él algo de indestructible que era, transformada en piedra, la certidumbre de que tenía razón. Ese bloque de dialéctica compacta velaba mi sueño de niño. (...)

El domingo era el día del Señor para los luteranos, que a veces iban al templo, y para los pietistas, que se reunían en pequeños grupos bajo la mirada falta de comprensión de otros. Para nosotros era el día del aseo general, en el agua corriente del arroyo truchero, después del cual mi abuelo mi friccionaba la cabeza con un cocimiento de manzanilla..."

En Navidad, las campanas de los pueblos cercanos, que no encontraban eco entre nosotros, extendían como un manto de ceremonia sobre la campiña muerta. Nosotros también nos poníamos nuestros trajes domingueros para ir a ninguna parte (...) Almorzábamos en la mejor habitación, sobre el blanco mantel de los días señalados.

Pero ni el moscatel de Alsacia, ni la cerveza, ni la frambuesa, volvían a la familia más habladora. La comida, más rica que de costumbre, y el abeto, completamente barbudo de guirnaldas plateadas, nada conmemoraban. Era una Navidad sin recuerdos religiosos, una Navidad amnésica que conmemoraba la fiesta de nadie.

Entre las izquierdas la política se consideraba como la más alta actividad del espíritu, el más hermoso de los oficios, después del de médico, sin embargo. A ella debían mis padres, por otra parte, el haberse encontrado. Mi madre de espíritu curioso, había escuchado a mi padre hablar del socialismo ante un auditorio obrero, con la fogosidad de sus veinticinco años, una inteligencia combativa, una voz admirable. Desde aquel día, ella le siguió de reunión en reunión, por amor al socialismo, hasta la alcaldía. Cuando me contaba esa historia, yo no comprendía gran cosa. Para mí, mis padres eran mis padres desde siempre y no imaginaba que hubiesen podido no serlo en un momento dado de su existencia. La honestidad, la natural decencia de su vida en común, me habían dado del matrimonio la idea de una cosa que no podía deshacerse y que, al no tener fin, no había tenido comienzo.

Mi madre vendía al pregón el periódico de la Federación Socialista, completamente redactado por mi padre, entonces maestro destituido por amaños revolucionarios y reducido a la miseria. Pero la política llenaba la vida de mi padre. (...)

Rechazábamos todo lo que venía del catolicismo, con una señalada excepción para la persona -humana- de Jesucristo, hacia quien los antiguos del partido mantenían (con bastante parquedad, a decir verdad) una especie de sentimiento de origen moral y de destino poético. No éramos de los suyos, pero él habría podido ser de los nuestros por su amor a los pobres, su severidad con respeto a los poderosos, y sobre todo por el hecho de que había sido la víctima de los sacerdotes, en todo caso de los situados más alto, el ajusticiado por el poder y por su aparato de represión".

Pero sin tener mérito alguno Frossard, porque Dios quiso y no por otra razón, fue el afortunado en recibir el regalo de la conversión. El no buscaba a Dios. Se lo encontró: "Sobrenaturalmente, sé la verdad sobre la más disputada de las causas y el más antiguo de los procesos: Dios existe. Yo me lo encontré.


Me lo encontré fortuitamente -diría que por casualidad si el azar cupiese en esta especie de aventura-, con el asombro de paseante que, al doblar una calle de París, viese, en vez de la plaza o de la encrucijada habituales, una mar que batiese los pies de los edificios y se extendiese ante él hasta el infinito.


Fue un momento de estupor que dura todavía. Nunca me he acostumbrado a la existencia de Dios.

Habiendo entrado, a las cinco y diez de la tarde, en una capilla del Barrio Latino en busca de un amigo, salí a las cinco y cuarto en compañía de una amistad que no era de la tierra.

Habiendo entrado allí escéptico y ateo de extrema izquierda, y aún más que escéptico y todavía más que ateo, indiferente y ocupado en cosas muy distintas a un Dios que ni siquiera tenía intención de negar -hasta tal punto me parecía pasado, desde hacía mucho tiempo, a la cuenta de pérdidas y ganancias de la inquietud y de la ignorancia humanas-, volví a salir, algunos minutos más tarde, "católico, apostólico, romano", llevado, alzado, recogido y arrollado por la ola de una alegría inagotable.

Al entrar tenía veinte años. Al salir, era un niño, listo para el bautismo
, y que miraba entorno a sí, con los ojos desorbitados, ese cielo habitado, esa ciudad que no se sabía suspendida en los aires, esos seres a pleno sol que parecían caminar en la oscuridad, sin ver el inmenso desgarrón que acababa de hacerse en el toldo del mundo.
Mis sentimientos, mis paisajes interiores, las construcciones intelectuales en las que me había repantingado, ya no existían; mis propias costumbres habían desaparecido y mis gustos estaban cambiados.

No me oculto lo que una conversión de esta clase, por su carácter improvisado, puede tener de chocante, e incluso de inadmisible, para los espíritus contemporáneos que prefieren los encaminamientos intelectuales a los flechazos místicos y que aprecian cada vez menos las intervenciones de lo divino en la vida cotidiana. Sin embargo, por deseoso que esté de alinearme con el espíritu de mi tiempo, no puedo sugerir los hitos de una elaboración lenta donde ha habido una brusca transformación; no puedo dar las razones psicológicas, inmediatas o lejanas, de esa mutación, porque esas razones no existen; me es imposible describir la senda que me ha conducido a la fe, porque me encontraba en cualquier otro camino y pensaba en cualquier otra cosa cuando caí en una especie de emboscada: no cuento cómo he llegado al catolicismo, sino como no iba a él y me lo encontré. (...)

Nada me preparaba a lo que me ha sucedido: también la caridad divina tiene sus actos gratuitos. Y si, a menudo, me resigno a hablar en primera persona, es porque está claro para mí, como quisiera que estuviese enseguida para vosotros, que no he desempeñado papel alguno en mi propia conversión. (...)

Ese acontecimiento iba a operar en mí una revolución tan extraordinaria, cambiando en un instante mi manera de ser, de ver, de sentir, transformando tan radicalmente mi carácter y haciéndome hablar un lenguaje tan insólito que mi familia se alarmó.

Se creyó oportuno, suponiéndome hechizado, hacerme examinar por un médico amigo, ateo y buen socialista. Después de conversar conmigo sosegadamente y de interrogarme indirectamente, pudo comunicar a mi padre sus conclusiones: era la "gracia", dijo, un efecto de la "gracia" y nada más. No había por qué inquietarse.
Hablaba de la gracia como de una enfermedad extraña, que presentaba tales y cuales síntomas fácilmente reconocibles. ¿Era una enfermedad grave? No. La fe no atacaba a la razón. ¿Había un remedio? No; la enfermedad evolucionaba por sí misma hacia la curación; esas crisis de misticismo, a la edad en que yo había sido atacado, duraban generalmente dos años y no dejaban ni lesión, ni huellas. No había más que tener paciencia.


Se me toleraría mi capricho religioso a condición de que fuese discreto, como lo serían conmigo. Se me rogó que me abstuviese de todo proselitismo en relación con mi hermana menor. Ella se convertiría a pesar de todo al catolicismo, y mi madre también, bastantes años después de ella".

Frossard escribió el libro de su conversión, Dios existe. Yo me lo encontré, que mereció el Gran Premio de la literatura Católica en Francia en 1969, y que se convertiría en un best-seller mundial.

En 1985 fue elegido miembro de la Academia y trabajó en la Comisión del Diccionario. Muere en París en 1995 a los 80 años de edad, tras haber sido uno de los intelectuales católicos franceses más influyentes de su país en el presente siglo.

André Frossard. Dios existe. Yo me lo encontré.

lunes, 25 de junio de 2007

Lech Walesa

F.V.D.

Lech Walesa nació el 29 de septiembre de 1943 en Popowo, provincia de Wloclawek, en el seno de una familia campesina propietaria de intenso catolicismo y nacionalismo.

Su abuelo combatió en las filas del mariscal Pilsudski. Durante la Segunda Guerra Mundial, su padre murió en un campo de concentración alemán en 1945 por ser hermano de un partisano. El hermano combatiente se casaría con la cuñada con la que tendría tres hijos y adoptaría a los cuatro sobrinos, entre los que estaba Lech.El pequeño Lech estudió en una escuela de oficios metalurgia, dibujo técnico y matemáticas, donde salió como electricista industrial.

Al terminar en 1961 encontró trabajo en el departamento estatal de Agricultura y en 1967 emigró a Gdansk, la antigua ciudad prusiana de Danzig, en la costa báltica, donde se colocó de electricista en los astilleros Lenin y dos años después se casaba con Danuta Golos. Para entonces el joven Lech ya llevaba su poblado mostacho y al año siguiente era elegido representante sindical. Su liderazgo sindical le llevó a ser el presidente del comité de huelga de 1970 contra el alza de precios en los productos básicos que llevó a la caída de Wladyslaw Gomulka, el histórico dirigente comunista, pero que sería salvajemente reprimida.Lech Walesa convertido en un líder sindical hizo frente al nuevo jefe comunista, Edward Gierek, sus críticas le llevaron al despido en 1976. En el paro y trabajando de manera esporádica en empresas hasta que le despedían por su militancia anticomunista, Lech Walesa mantuvo a su familia numerosa y el protagonismo sindical al hacerse cargo de los sindicatos libres del Báltico. Walesa entró en contacto con el KOR, grupo opositor al régimen que reunía a varios de los intelectuales de mayor prestigio político: Adam Michnik, Jacek Kuron y Jozef Lipski.En 1980 las huelgas y protestas obreras llevaron a Lech Walesa a ser detenido en numerosas ocasiones convirtiéndose en un líder nacional y obligando los obreros a las autoridades a su readmisión en los astilleros.El triunfo obligó al gobierno a aceptar las reivindicaciones obreras en torno a la sindicación libre y el derecho de huelga.

El 22 de septiembre de 1980 Lech Walesa era elegido presidente indiscutible del sindicato Solidarnosc, que reunirá a diez millones de afiliados. Este movimiento sindical y anticomunista estaba inspirado en un intenso catolicismo por su jefe, que oía misa todos los días y el Papa, Juan Pablo II, recién elegido como primer Pontífice polaco de la historia.Sin embargo, Lech Walesa que contaba con el apoyo de las bases fue favorable a una conquista graduada del poder. Mientras algunos dirigentes sindicales preferían el enfrentamiento directo con el régimen. Pero el líder sindical, con la mediación de la Iglesia católica polaca, quería evitar una intervención militar soviética como las ocurridas en Hungría y Checoslovaquia. No obstante, el nuevo hombre fuerte el comunismo polaco, el general Wojciech Jaruzelski, decretó la ley marcial, la prohibición de Solidaridad y la detención de sus líderes. La campaña interncional llevaba a cabo por su mujer tuvo efecto y Lech Walesa obtuvo en 1983 el Premio Nobel de la Paz.Su protagonismo internacional le convirtió en una persona vigilada pero intocable para el sistema comunista. El propio Lech Walesa moderó su actitud para relajar la tensión y que el régimen adoptase una política menos represiva. El cambio protagonizado en la URSS por Mijail Gorbachov obligó a los comunistas polacos a virar hacia un apolítica aperturista y dialogante con la oposición.



En los inicios de 1989 Lech Walesa encabezaba las negociaciones con las autoridades comunistas que llevaban a la legalización del sindicato y a la aceptación de unas elecciones semidemocráticas. En éllas el 35 % de los escaños fueron de elección libre, que fueron copados por los candidatos de Solidaridad. El nuevo presidente del gobierno era el intelectual católico Tadeusz Mazowiecki, aunque el resto de los cargos quedaron bajo las manos firmes de los comunistas y sus aliados.Desde su liderazgo sindical Lech Walesa criticó a su antiguo compañero por su alianza con los comunistas y por el hundimiento de la economía polaca. A finales de 1990, Lech Walesa entraba en política presentándose a presidente de la república. Los principales dirigentes sindicales le abandonaron y apoyaron al gobierno. Lech Walesa con el apoyo de los obreros y un discurso centrado en el catolicismo, en el nacionalismo polaco y la derecha política de siempre consiguió el 39'9 % en la primera vuelta y el 74'2 % en la segunda vuelta. En su toma de poder recibió el testigo del último representante del gobierno nacional polaco exiliado en Londres desde 1939.Sin embargo, los cinco años de su mandato fueron polémicos al intentar conducir Polonia a un sistema presidencialista en consonancia con el espiritu católico del país. La oposición comunista y de los elementos liberales de sus antiguos colaboradores propició la fragmentación y desvertebración de Solidaridad en numerosos grupos políticos que iban desde la socialdemocracia hasta la derecha nacionalista.

En 1995 perdió en la reelección ante el candidato comunista con un 48'2 %, siendo únicamente apoyado por el Bloque no partidista de apoyo a las reformas. Perdida la reelección, volvió a ocupar su puesto de electricista en Gdansk. A pesar de todo, Lech Walesa no abandono su protagonismo político y propició el reagrupamiento de los diversos grupos procedentes de Solidaridad en la nueva Acción Electoral de Solidaridad. Esta coalición de derecha ganaría las elecciones generales de 1997.En el mismo año Lech Walesa sería elegido presidente del Forum Democrático de Europa Central, organismo que agrupa a los partidos democristianos y liberales de la antigua Europa oriental.


En 1998 Lech Walesa crea la Democracia Cristiana de la III República como partido inspirado en los valores católicos. Sin embargo, en las elecciones presidenciales de 1999, Lech Walesa fracasó en el intento de unir a la derecha polaca. Marian Krzaklewski obtuvo el apoyo de la Alianza de Solidaridad y el fundador de Solidaridad se vió sólo ante la competición presidencial. Finalmente, el candidato comunista ganó a ambos contendientes, quedando lech Walesa con un 1'1 % de los votos. La derrota retiró a Lech Walesa de la vida pública polaca y obligó a la derecha polaca a una nueva reorganización sin su líder más carismático.


"Los políticos tienen una obligación moral y jurídica de dar señales e instrucciones claras y sin ambigüedades a fin de que se respeten los principios humanitarios fundamentales, incluso en las peores situaciones".

"Siempre soy libre, incluso en prisión. Mis pensamientos, mis sueños y mis aspiraciones no pueden ser destruidos materialmente".

"La democracia no se construye con disturbios"


sábado, 23 de junio de 2007

Gilbert Keith Chesterton (1874-1936)

F.V.D.

“La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza”
“La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta”

Fue un escritor inglés que cultivó el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes.
Nació en Campden Hill en Londres el 29 de mayo de 1874, en el seno de una familia de clase media, y fue bautizado en una pequeña iglesia anglicana llamada St. George, por tradición familiar más que por creencia de sus padres.
Edward a una edad no muy avanzada tuvo un problema cardiaco, por lo que debió abandonar el negocio familiar, pero continuaba percibiendo una renta de él. Fue entonces cuando se pudo dedicar tranquilamente a su jardín, y a la literatura y el arte.

Tanto Edward como Marie Louis no eran devotos creyentes, y ambos aceptaron bautizar a Gilbert, más que nada por una especie de presión social, ya que ellos se podrían definir como ”librepensadores” al estilo de la época victoriana. Al bautizarlo, más que cumplir con una obligación religiosa, lo que estaban haciendo era, para ellos, cumplir con una tradición, tanto familiar como social. Joseph Perace señala: “La <> no era la de la Iglesia, sino la del convencionalismo”

Chesterton fue un hombre grande, media 1 metro con 93 centrimetros y pesaba alrededor de 134 kilos. Ello dio paso a una anécdota famosa. Durante la Primera Guerra Mundial una mujer en Londres le preguntó a G.K. por qué no estaba "afuera en el Frente"; a lo que este replicó, 'Si usted da una vuelta hasta mi costado, podrá ver que sí lo estoy"

Su educación se iniciaría en la preparatoria “Colet Court”, en 1881, su enseñanza en aquel lugar duró hasta 1886, y en enero de 1887 ingresó a un colegio privado de nombre “St Paul” en Hammersmith Road. Gilbert describiría el sistema educativo, o mejor dicho, lo que el opinaba de este como "ser instruido por alguien que yo no conocía, acerca de algo que no quería saber" Luego estudiaría dibujo y pintura en la "Slade School of Art" (1893-1896), se volvió diestro como dibujante y más adelante llegó a contribuir con ilustraciones tanto para sus propias obras, como "Barbagrís en Escena" cuanto para los libros de su amigo Hilaire Belloc.

Durante esta época se interesó por el ocultismo. En su Autobiografía señala que dentro del grupo de los que realizaban espiritismo, ocultismo o “juegos con el demonio”, él era el único de los presentes que realmente creía en el demonio.

Luego de un periodo de autodescubrimiento, se retiró de la Universidad sin alcanzar un título, y comenzó a trabajar en diferentes periódicos. Trabajó como editor de literatura espiritista y teosofía, asistiendo a reuniones de este tipo.
En su juventud se volvió agnóstico "militante". En 1901 contrajo matrimonio con Frances Blogg, anglicana practicante, quien ayudó en un principio a que G.K. se acercara al cristianismo.

Siguiendo con la defensa a su renovada creencia, cada vez se adentraba más y más en los escritos Patrísticos y otros por el estilo. Durante el año 1921 Chesterton no publicó ningún libro, pero si se dedico mucho al periódico “The New Witness”. Durante esa época mantuvo una constante correspondencia con Maurice Baring, el Padre John O’Connor y el Padre Knox, quienes lo ayudaron mucho a ir de a poco cambiando su pensamiento anglo-católico hacia la fe que ellos, todos conversos a su vez al catolicismo, profesaban. Y terminó por convertirse a la Iglesia Católica Romana, a la cual ingresó en 1922.

En su búsqueda de la verdad se toparía con diversos obstáculos, pero siempre iría con una mentalidad abierta y no se detendría ante estos muros a no ser que estuviera convencido de que debía derribarlos para poder continuar con su búsqueda: Siempre antes de romper un muro hay que preguntarse por qué lo han construido en primer lugar.

Sobre las críticas al conservadurismo de la Iglesia Católica Chesterton diría que no quiere una Iglesia que se adapte a los tiempos, ya que el ser humano sigue siendo el mismo y necesita que lo guíen:

“Nosotros realmente no queremos una religión que tenga razón cuando nosotros tenemos razón. Lo que nosotros queremos es una religión que tenga razón cuando nosotros estamos equivocados...”

En un ensayo titulado "¿Por qué soy Católico?" se refiere a la Iglesia de Roma de la siguiente forma:

“No hay ningún otro caso de una continua institución inteligente que haya estado pensando sobre pensar por dos mil años. Su experiencia naturalmente cubre casi todas las experiencias, y especialmente casi todos los errores. El resultado es un mapa en el que todos los callejones ciegos y malos caminos están claramente marcados, todos los caminos que han demostrado no valer la pena por la mejor de las evidencias; la evidencia de aquellos que los han recorrido.”

El influjo católico lo recibió por diferentes partes. Sir James Gunn pintó un cuadro en el que aparecen Chesterton, Hilaire Belloc y Maurice Baring (los tres amigos que comparten la mesa y también la filosofía y las creencias), al que tituló "The Conversation Piece" (La Pieza de Conversación). La mayor influencia se dio a través de un párroco llamado John O’Connor, en quien Chesterton se apoyó. Decía Chesterton que sabía que la Iglesia Romana tenía un conocimiento superior respecto del bien, pero jamás pensó que tuviera ese conocimiento respecto del mal, y fue el Padre O’Connor quien, en las largas caminatas que realizaban juntos, le demostró que él, conocía el bien tal cual como G.K. suponía, pero que además conocía la maldad, y estaba muy enterada de ella, principalmente gracias al Sacramento de la Penitencia, ya que allí escuchaba tanto cosas buenas cuanto cosas malas.

La conversión de Chesterton al catolicismo causó revuelo semejante a la del Cardenal John Henry Newman en su momento, y luego la de Ronald Knox (que casualmente pronunció más tarde la homilía en su Misa de Réquiem).
Maisie Ward en su Biografia sobre Gilbert escribiría que durante la ultima convalecencia de éste, en sus sueños, en un estado semi consciente dijo: “El asunto está claro ahora. Está entre la luz y las sombras; cada uno debe elegir de qué lado está”

El 12 de junio, se encontraba con el E.C. Bentley, y más tarde llego el párroco Monseñor Smith para ungirle con los Santos Óleos. Tras la partida de éste apareció el Reverendo Vincent McNabb quien entonó el “Salve Regina” junto a la cama del convaleciente que se encontraba inconsciente, en su Biografía, Joseph Pearce señala que el Padre McNabb <<…vio la pluma de Chesterton sobre la mesilla de noche y la cogió y la besó>>

Chesterton murió el 14 de junio de 1936, en su casa en Beaconsfield, Buckinghamshire, luego de agonizar varios días postrado en su cama y rodeado por su señora Frances y su secretaria Dorothy.
Distributismo

Gilbert Keith y Cecil Chesterton con Hilaire Belloc fueron los pioneros en el desarrollo del distributismo, una tercera vía económica, diferente al capitalismo y al socialismo cuya base se encuentra en la Doctrina Social de la Iglesia, y se basaron en aquella época, principalmente en la encíclica del Papa León XIII, Rerum Novarum.

En 1926 Chesterton e Belloc lograron por fin darle forma a un proyecto que venían ideando desde hace bastante tiempo. La forma de este proyecto era una sociedad, o mejor dicho, una liga, a la cual llamaron “Liga Distribucionista”; los grandes ideólogos de ella fueron este inglés y el franco-inglés más el Padre Vincent McNabb. La gran promoción de la Liga se dio mediante el periódico de Gilbert llamado G.K. Weekly (El semanal de G.K.), en la primera reunión de la liga Gilbert fue nombrado Presidente, cargo que mantuvo hasta su muerte. Al poco tiempo, como señala Luis Seco en su Biografía del autor: <<…se abrieron secciones de la Liga en Birmingham, Croydon, Oxford, Worthing, Bath y Londres>>

Posteriormente esta teoría siguió su desarrollo en manos de Dorothy Day y Peter Maurin, y su mayor defensor en los últimos tiempos fue E. F. Schumacher

(Chesterton con George Bernard Shaw and Hilaire Belloc)

Chesterton escribió alrededor de 80 libros, varios cientos de poemas, alrededor de 200 cuentos e innumerables artículos, ensayos y obras menores. Al comienzo de su carrera se hizo conocido por sus artículos periodísticos, y dio un gran salto cuando publicó su primera novela “El napoleón de Notting Hill” , la cual inspiró a Michael Collins en su defensa irlandesa ante los ingleses. A ésta le siguieron otros libros de crítica, como "Dickens" (1906) y "G.B. Shaw" (1909). Iba perfilando así sus opiniones, que exponía con un aire acentuadamente polémico y no exento de humor. Combatía todo lo que consideraba errores modernos: al racionalismo y al cientificismo oponía el sentido común y la fe; a la crueldad de la civilización industrial y capitalista, el ideal social de la Edad Media. "Ortodoxia" (1908) es la historia de su evolución espiritual (que más tarde lo llevaría al seno de la Iglesia Católica), y también su esfuerzo apologético de "La Esfera y la Cruz" (1910). Su actitud ante los problemas sociales la definió en "Qué está mal en el mundo" (1910). De 1908 data su novela más conocida, El hombre que fue Jueves, una alegoría sobre el mal y el libre albedrío. En 1912 compone La balada del caballo blanco, extenso poema épico sobre el rey Alfredo el Grande y su defensa de Danes en 878, y del cual C. S. Lewis sabía muchos versos. J. R. R. Tolkien, que en su juventud lo consideraba excelente, en una carta a su hijo comenta que lamentablemente G. K. Chesterton, con toda la admiración que le merecía, no conocía nada sobre lo nórdico. De 1925 es El hombre eterno, que versa sobre la Historia del mundo, y está divido en dos partes, la primera trata sobre la humanidad hasta el año 0 y la segunda desde ese año en adelante. Este libro nació como reacción a uno publicado por H.G. Wells sobre la Historia de la Humanidad, al cual, tanto Chesterton como Belloc, le criticaban que de sus cientos de páginas, las dedicadas a Jesús eran ínfimas. Algunos afirmaron que El hombre eterno fue su libro más trascendente a causa de su influencia en literatos como C.S. Lewis y Evelyn Waugh.


“El optimista cree en los demás y el pesimista sólo cree en sí mismo”

“Hay algo que da esplendor a cuanto existe, y es la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina”

"El silencio es la réplica más aguda."

“El sabio es quien quiere asomar su cabeza al cielo, y el loco es quien quiere meter el cielo en su cabeza"

miércoles, 20 de junio de 2007

San Francisco de Sales (1567-1622)

F.V.D.
"Es el amor lo que da precio a todas nuestras obras; no es por la grandeza y multiplicidad de nuestras obras por lo que agradamos a Dios, sino por el amor con que las hacemos"
Nació en el Castillo de Sales, de familia noble sus padres fueron Francisco de Sales de Boisy y Francisca de Sionnaz. A los 13 años viajó a París para estudiar con los jesuitas, después a la Universidad de París y de allí a la de Padua estudiando Derecho y Teología. Su deseo de ser Sacerdote ya estaba presente pero oculto a su padre, solo su madre y amigos íntimos lo sabían. Al terminar de estudiar un acontecimiento ayudó a su ordenación: el canónigo de Sales, Luis de Sales, ayudado por el Obispo de Ginebra Claudio de Granier, hablaron con el Papa quien lo nombró como Deán del Capítulo de Ginebra, el nombramiento llegó de sorpresa para su padre, pero con tal nombramiento el padre aceptó la ordenación, acaecida en 1593. A partir de ese momento ejerció el sacerdocio con bastante trabajo y dedicación. Tomó como ejemplos de vida a San Francisco de Asís y a San Felipe Neri con lo que desarrolla una personalidad alegre, paciente y optimista. Sus inicios como sacerdote los ejerció entre los pobres.

En 1594, fue hacia la zona de Chablais dominada por los herejes calvinistas. En un inicio fue echado por los pobladores y tuvo que pasar temporadas viviendo en la intemperie y de manera rudimentaria evitando 2 intentos de asesinato e incluso ataques de lobos, pero su celo y trabajo empezó a dar fruto, sumado a su carácter amable y paciente y una propaganda hecha a mano y distribuida casa por casa, profunda en su contenido refutando las ideas calvinistas, logró cautivar a los pobladores y convertirlos.

Su labor quedó manifestada con la visita del Obispo Granier 4 años más tarde cuando fue recibido por gran número de católicos, hecho que antes hubiera sido imposible. Los escritos con los que se sirvió fueron los que hicieron su primer libro de "Controversias" y revelaron el carácter de escritor de Francisco.

Su fama creció tanto por su virtud como por su sencillez. Fue nombrado Obispo Coadjutor de Ginebra; viajó a Francia y así llegó a hacerse amigo del secretario de Enrique IVel Cardenal de Bérulle, Antoine Deshayes, y del mismo Enrique IV quien deseaba que Francisco se quedase allí, pero el santo rechazó la oferta volviendo a Ginebra. En 1602 Obispo Grainier murió y Francisco tomó su lugar, su estilo de vida y carácter cobraron mayor fama ya que se reveló como un gran organizador de su diócesis llevando una vida austera y con suma preocupación por los pobres y por la formación de sus feligreses, por ello es que empezó a escribir libros de manera sencilla que gustaron a todos. Consta, además, que perteneció a la Tercera Orden Mínima.

Su encuentro con santa Juana de Chantal en 1604, acogiéndola como hija espiritual, dio como resultado la fundación de la Orden de la Visitación de Santa María, el 6 de junio de 1610, para mujeres jóvenes y viudas que querían vivir el llamado de Dios sin la rigurosidad de los conventos monacales.

Después de una temporada atendiendo a las comunidades religiosas de su diócesis cansado y enfermo murió a los 56 años.
En 166 es declarado santo y en 1867 recibió el título de Doctor de la Iglesia por sus obras famosas.

“No hay un espíritu bien conformado al que le falte el sentido del humor”

“No saber mostrarse bueno con los malos es una prueba de que no es uno bueno del todo”

"El amor es la perfección del espíritu y la caridad es la perfección del amor"

martes, 19 de junio de 2007

Santa Teresa de Lisieux (1873- 1897)

F.V.D.


"La santidad no consiste en tal o cual práctica, sino en una disposición del corazón (del alma) que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, conscientes de nuestra nonada y confiados hasta la audacia en la bondad del Padre"

"Para mí la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada al cielo, un grito de agradecimiento y de amor en las penas como en las alegrías"

"Mi caminito es el camino de una infancia espiritual, el camino de la confianza y de la entrega absoluta"

"Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección"

“En lugar de desanimarme, me he dicho a mí misma: Dios no puede inspirar deseos irrealizables; por lo tanto, a pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad”

viernes, 15 de junio de 2007

Konrad Adenauer (1876 – 1967)

F.V.D.



Konrad Adenauer nació el 5 de Enero de 1876 en Colonia. Su padre, del mismo nombre, fue funcionario de nivel administrativo. Su madre, Helen Scharfenberg, también provenía de una familia de funcionarios públicos. Konrad Adenauer se crió en circunstancias modestas con sus tres hermanos, dos mayores y una hermana menor. Sus estudios escolares los absolvió en la escuela secundaria humanista Los Apóstoles de su ciudad natal, siendo considerado un alumno "bueno, del promedio discreto". Después de rendir el examen de bachillerato al término de su educación escolar, Adenauer inició una formación profesional en el sector bancario, la que, no obstante, abandonó cuando recibió la oportunidad de cursar estudios de derecho en la universidad de Friburgo, gracias a una beca concedida por los ciudadanos de Colonia. Después de estudiar dos semestres en Munich, donde también asistió a clases de economía, continuó sus estudios en la universidad de Bonn. En ella concluyó sus estudios aprobando el examen que da acceso al servicio público en 1897. El examen al término de sus prácticas para adquirir el título de funcionario público de por vida lo aprobó en 1901 con la calificación de "satisfactorio".

Debido a su origen familiar y como católico de la región del Rin, era lógico que Adenauer se ubicase en el partido del catolicismo político. Su carrera política empezó después de casarse en 1904 con Emma Weyer, de 24 años de edad, proveniente de una familia respetada y adinerada de Colonia. Este matrimonio le permitió establecer contacto con la burguesía de mayor influencia social y política de la región. En el año 1906 accedió al puesto de concejal adjunto de plena dedicación. Tres años más tarde fue elegido primer concejal, con lo que se transformó en el representante del primer alcalde de la ciudad, Max Wallraf, tío de su mujer. Adenauer obró con pericia y fantasía en el ejercicio de sus funciones en este cargo, especialmente encargándose durante la Primera Guerra Mundial de la organización del abastecimiento de alimentos para la población de Colonia. Su éxito profesional contrastó con los golpes que el destino le deparó a nivel personal. Su mujer falleció en el año 1916, con la que había tenido tres hijos. El mismo sufrió un accidente automovilístico que le ocasionó graves heridas en la cara, por lo que tuvo que estar durante varios meses hospitalizado y sometiéndose a curas de recuperación. En el año 1917 Wallraf fue nombrado Vice-Ministro del Interior en Berlín, con lo que quedó vacante el puesto de Primer Alcalde de Colonia. Adenauer fue elegido unánimemente sucesor de Wallraf. Así, se convirtió en el alcalde más joven de Prusia.

En la República de Weimar, Adenauer fue una de las personalidades políticas más impactantes de Alemania. Su reputación fue creciendo en la medida en que fue transformando a Colonia en la "metrópolis del Occidente". Durante su gobierno se produjeron el restablecimiento de la universidad de Colonia en el año 1919, la reconfiguración de la antigua zona de fortificación de la ciudad para convertirla en zona verde, la reactivación del recinto ferial y de exposiciones de Colonia y la atracción de nuevas empresas industriales, entre ellas la fábrica Ford. En el escenario de la "política grande", Adenauer se transformó en el protagonista del destino de la región de Renania. Con el fin de evitar la anexión de la región ocupada a la izquierda del río Rin, incluso llegó a proponer la creación de un Estado Federal del Rin, con el fin de satisfacer las condiciones de seguridad exigidas por los franceses. Por colaboración en el así llamado "Movimiento de la Región del Rin" adquirió la reputación de ser "separatista" durante la época nazi.

La influencia que tuvo a través de su cargo de presidente del Consejo Estatal Prusiano desde 1921 hasta 1933 tuvo trascendencia a nivel nacional. Incluso fue incluido entre las personas que podrían ser candidatos a jefe de gobierno en la época de las crisis de gobierno de la República de Weimar. Su convicción republicana, unida a su preferencia por un orden federal y a su creencia cristiana y social fueron motivo para que fuera repudiado por los que rechazaban al "sistema" de Weimar. En consecuencia, cuando los nazis asumieron el poder en 1933, fue destituido inmediatamente de su cargo de Primer Alcalde de Colonia y desterrado de su ciudad natal.


Durante los años de la tiranía nazi y de la guerra, Adenauer vivió con su familia en su casa en la calle Zennisweg de la localidad de Rhöndorf, que pudo construirse después de recibir una indemnización negociada en compensación de los pagos pendientes que debía efectuar el ayuntamiento de Colonia. Casi al término de la guerra surgió una situación peligrosa para él, cuando fue arrestado por la Gestapo durante varios meses después del frustrado atentado contra Hitler, por considerárselo oponente del régimen.

Los vencedores norteamericanos volvieron a colocar a Adenauer, entretanto de 69 años de edad, en el cargo de Primer Alcalde de Colonia, ya que ocupaba el primer lugar en una lista de políticos sin antecedentes. Con el vigor de siempre se dedicó a la tarea de dar nueva vida a la ciudad que había quedado casi totalmente destruida. Sin embargo, transcurridos tan sólo algunos meses, el gobierno militar británico, responsable de la región, lo volvió a destituir de su cargo porque había criticado la política de los ocupantes. Así, Adenauer se vio en estado de jubilación obligatoria y de destierro de su ciudad natal por segunda vez en su vida. Apenas se anuló la prohibición de asumir funciones políticas, que había sido pronunciada conjuntamente con su destitución, Adenauer, entretanto de 70 años de edad, se dedicó plenamente a trabajar en el CDU, partido al que se había afiliado poco después de su fundación. A continuación realizó una "carrera relámpago" con los conceptos y programas políticos que había desarrollado después de la Primera Guerra Mundial y en los que incluyó las experiencias que había acumulado durante el dominio nazi. Así, poco después, el día 5 de Febrero de 1946 fue elegido presidente del CDU de la región de Renania y, tan sólo un mes más tarde, presidente del CDU en la zona de ocupación británica. En el mes de Octubre asumió, además, la dirección de la fracción parlamentaria del CDU en el Parlamento de Renania del Norte - Westfalia. Su ascenso hasta transformarse en el presidente de gobierno fundador de la República Federal de Alemania y un respetado hombre de estado en el mundo occidental está estrechamente relacionado al surgimiento de la dicotomía Este-Oeste y el inicio de la Guerra Fría.

El paso decisivo en su camino hacia la cumbre del incipiente estado de Alemania Occidental fue su elección como presidente del Consejo Parlamentario, creado en 1948 por orden de los aliados occidentales con el fin de que elaborara una constitución para la República Federal de Alemania. En ese cargo, él se transformó en "portavoz de la germinante República Federal" (Heuss) frente a los jefes de gobierno de los Estados alemanes y frente a los gobernadores militares. Así, su reputación pública fue creciendo cada vez más. La fracción del CDU/CSU de primer parlamento elegido de la República Federal de Alemania lo nombró Presidente de Gobierno el día 15 de Septiembre de 1949, cuando Adenauer ya contaba con 73 años. Ese cargo lo ocupó durante 14 años.

Los gobiernos dirigidos por él sentaron las bases para una estructuración exitosa de la nueva democracia. La "era de Adenauer" está ligada a determinadas decisiones que marcaron un hito trascendental en la historia del país: en la política exterior se logró adquirir la soberanía nacional, se produjo el arraigo en el occidente libre, se consiguió la reconciliación con Francia y la unificación europea; en la política interior fue posible integrar a los expulsados y fugitivos e instaurar la economía social de mercado como novedoso sistema económico, en el que están relacionados entre sí la promoción de la libre competencia y la responsabilidad social del estado. El "milagro económico alemán" no hubiera sido posible sin garantizar la paz social interna. La legislación en materia de cogestión en la industria del carbón y del acero y relacionada al fomento del patrimonio de los trabajadores, el sistema de compensación de cargas, la construcción de viviendas de protección social, el subsidio pagado por hijos, el plan verde para la agricultura y la creación de las pensiones de adaptación dinámica se transformaron en los pilares que sustentan la afamada red social de la República Federal de Alemania. Por primera vez en la historia de Alemania se llevó a cabo una política social continuada y consecuente en calidad de política estructural.


En las elecciones generales de 1957, el CDU/CSU, liderado por Adenauer como primer candidato, consiguió la mayoría absoluta de los votos (50,2%). Un éxito posiblemente irrepetible. Al término del tercer gobierno de Adenauer, sin embargo prevalecían las dudas. Los cambios de la situación política mundial, causados por las prioridades establecidas por los EE.UU., provocaron el aumento de la presión ejercida por la Unión Soviética sobre Berlín (ultimátum de Berlín y la teoría de los 3 estados). La política interior estuvo acuñada por las pugnas en torno al posible sucesor del "viejo". El fortalecimiento de las relaciones políticas entre Alemania y Francia, posible gracias a la amistad personal entre de Gaulle y Adenauer (primer encuentro en 1958), significó un paso de trascendencia histórica. La política sobre el tema alemán, sin embargo, había llegado a su punto más bajo. La construcción del muro de Berlín el día 13 de Agosto de 1961, pocas semanas antes de las siguientes elecciones generales, parecía cimentar definitivamente la división de Alemania. Adenauer asumió nuevamente el gobierno en 1961, liderando una coalición entre el CDU/CSU y el partido liberal FDP, pero se retiró transcurrida la mitad del período legislativo, tal como se había acordado con antelación.


En la medida en que la generación de las guerras mundiales cedía el paso a la generación de la reconstrucción, Adenauer fue perdiendo atractividad. En 1966 también renunció a su cargo de presidente del CDU. Su último éxito político lo celebró en 1963, cuando firmó el convenio entre Francia y Alemania, en el que quedó plasmada la meta política de Adenauer de colaborar a nivel europeo, más allá de la cooperación entre los dos países vecinos.

Adenauer falleció el día 19 de Abril de 1967, como hombre de estado respetado en el mundo entero, que había entregado a los alemanes de la República Federal la libertad, el bienestar y la seguridad social. La tumba de Adenauer yace en Rhöndorf. Su casa fue transformada en un museo y centro de investigación, dirigidos por una fundación. Sus memorias, cuyo primer tomo fue publicado en 1965, y sus cartas editadas constituyen una fuente histórica de primer rango.

viernes, 8 de junio de 2007

Frases de Pier Giorgio Frassati

F.V.D.

“Nos hallamos ante un hombre que ha vivido su cristianismo con una naturalidad que casi de miedo y con una aceptación que nos sorprende y casi nos anima a seguirle...”Karl RahnerPier Giorgio:“Aprended a ser más fuertes de espíritu y de músculos; si sois así, seréis verdaderos apóstoles de la fe” (pagina 158)

“Que seria de la fe si no la revistiésemos de caridad” (pagina 169)

“La vida de los honestos es la mas fácil, pero es la mas breve para alcanzar el cielo” (pagina 175)

“La fe nos da fuerzas para soportar las espinas con las que esta tejida nuestra vida” (pagina 176)

“Con la caridad se siembra en los hombres la paz, pero no la paz del mundo, sino la verdadera paz que solo nos puede darla fe de Cristo hermanándonos” (pagina 195)

“Los dolores humanos nos afectan; pero si so los considera bajo la luz de la Religión, y por lo tanto de la Resignación, no son nocivos, sino saludables, porque purifican el alma de las pequeñas pero inevitables manchas con las que los hombres, por nuestra naturaleza pequeña, nos ensuciamos.” (pagina 182)

“Mientras la Fe me dé fuerzas, siempre estaré alegre. Un católico no puede no estar alegre, la tristeza tiene que estar prohibida para las almas de los católicos, el dolor no es la tristeza que es una enfermedad peor que cualquier otra producida por el ateismo…” (Pagina 160)

“La sociedad moderna se hunde en los dolores de las pasiones humanas y se aleja de todo ideal de amor y paz. Vosotros y nosotros, los católicos, tenemos que llevar el soplo de bondad que solo puede nacer de la fe en Cristo” (pagina 124)

Pier Giorgio Frassati

lunes, 4 de junio de 2007

Las virtudes morales según San Agustín

F.V.D.

Templanza, Fortaleza, Justicia y Prudencia

Como la virtud es el camino que conduce a la verdadera felicidad, su definición no es otra que un perfecto amor a Dios. Su cuádruple división no expresa más que varios afectos de un mismo amor, y por eso no dudo en definir estas cuatro virtudes—que ojalá estén tan arraigadas en los corazones como sus nombres en las bocas de todos—como distintas funciones del amor. La templanza es el amor que totalmente se entrega al objeto amado; la fortaleza es el amor que todo lo soporta por el objeto de sus amores; la justicia es el amor únicamente esclavo de su amado y que ejerce, por lo tanto, señorío conforme a la razón; finalmente, la prudencia es el amor que con sagacidad y sabiduría elige los medios de defensa contra toda clase de obstáculos.

Este amor, hemos dicho, no es amor de un objeto cualquiera, sino amor de Dios; es decir, del Sumo Bien, Suma Sabiduría y Suma Paz. Por esta razón, precisando algo más las definiciones, se puede decir que la templanza es el amor que se conserva íntegro e incorruptible para Dios; la fortaleza es el amor que todo lo sufre sin pena, con la vista fija en Dios; la justicia es el amor que no sirve más que a Dios, y por esto ejerce señorío, conforme a la razón, sobre todo lo inferior al hombre; la prudencia, en fin, es el amor que sabe discernir lo que es útil para ir a Dios de lo que puede alejarle de Él.

TEMPLANZA

(...) Pongamos primero la atención en la templanza, cuyas promesas son la pureza e incorruptibilidad del amor, que nos une a Dios. Su función es reprimir y pacificar las pasiones que ansían lo que nos desvía de las leyes de Dios y de su bondad, o lo que es lo mismo, de la bienaventuranza. Aquí, en efecto, tiene su asiento la Verdad, cuya contemplación, goce e íntima unión nos hace dichosos; por el contrario, los que de ella se apartan se ven cogidos en las redes de los mayores errores y aflicciones. La codicia, dice el Apóstol, es la raíz de todos los males, y quienes la siguen naufragan en la fe y se hallan envueltos en grandes aflicciones (1 Tim 6, 10). Este pecado del alma está figurado en el Antiguo Testamento de una manera bastante clara, para quienes quieran entender, en la prevaricación del primer hombre en el paraíso (...).

Nos amonesta Pablo (cfr. Col 3, 9) que nos despojemos del hombre viejo y nos vistamos del nuevo, y quiere que se entienda por hombre viejo a Adán prevaricador, y por el nuevo, al Hijo de Dios, que para librarnos de él se revistió de la naturaleza humana en la encarnación. Dice también el Apóstol el primer hombre es terrestre, formado de la tierra; el segundo es celestial, descendido del cielo. Como el primero es terrestre, así son sus hijos; y como el segundo es celestial, celestiales también sus hijos, como llevamos la imagen del hombre terrestre, llevemos también la imagen del celestial (1 Cor 15, 47); esto es despojarse del hombre viejo y revestirse del nuevo. Ésta es la función de la templanza: despojarnos del hombre viejo y renovarnos en Dios, es decir, despreciar todos los placeres del cuerpo y las alabanzas humanas, y referir todo su amor a las cosas invisibles y divinas (...).

FORTALEZA

Poco tengo que decir sobre la fortaleza. Este amor de que hablamos, que debe inflamarse en Dios con el ardor de la santidad, se denomina templanza en cuanto no desea los bienes de este mundo, y fortaleza en cuanto nos despega de ellos. Pero de todo lo que se posee en esta vida, es el cuerpo lo que más fuertemente encadena al hombre, según las justísimas leyes de Dios, a causa del antiguo pecado (...). Este vínculo teme toda clase de sacudidas y molestias, de trabajos y dolores; sobre todo, su rotura y muerte. Por eso aflige especialmente al alma el temor de la muerte. El alma se pega al cuerpo por la fuerza de la costumbre, sin comprender a veces que—si se sirve el bien y con sabiduría—merecerá un día, sin molestia alguna, por voluntad y ley divinas, gozar de su resurrección y transformación gloriosas. En cambio, si comprendiendo esto arde enteramente en amor de Dios, en este caso no sólo no temerá la muerte, sino que llegará incluso a desearla.

Ahora bien, resta el combate contra el dolor. Sin embargo, no hay nada tan duro o fuerte que no sea vencido por el fuego del amor. Por eso, cuando el alma se entrega a su Dios, vuela libre y generosa sobre todos los tormentos con las alas hermosísimas y purísimas que le sostienen en su vuelo apresurado al abrazo castísimo de Dios. ¿Consentirá Dios que en los que aman el oro, la gloria, los placeres de los sentidos, tenga más fuerza el amor que en los que le aman a Él, cuando aquello no es ni siquiera amor, sino pasión y codicia desenfrenada? Sin embargo, si esta pasión nos muestra la fuerza del ímpetu de un alma que—sin cansancio y a través de los mayores peligros—tiende al objeto de su amor, es también una prueba que nos enseña cuál debe ser nuestra disposición para soportarlo todo antes que abandonar a Dios, cuando tanto se sacrifican otros para desviarse de Él (...).

JUSTICIA

¿Qué diré de la justicia que tiene por objeto a Dios? Lo que afirma Nuestro Señor: no podéis servir a dos señores (Mt 6, 24); y la reprensión del Apóstol a quienes sirven más bien a las criaturas que al Creador (cfr. Rm 1, 25), ¿no es lo mismo que lo dicho con mucha antelación en el Viejo Testamento: a tu Señor Dios adorarás y a Él sólo servirás? (Dt 6, 13). ¿Qué necesidad hay de citar más, cuando todo está lleno de semejantes preceptos? Esta es la regla de vida que la justicia prescribe al alma enamorada: que sirva de buena gana y gustosamente al Dios de sus amores, que es Sumo Bien, Suma Sabiduría y Suma Paz; y que gobierne todas las demás cosas, unas como sujetas a sí, y otras como previendo que algún día lo estarán. Esta regla de vida la confirma, como decimos, el testimonio de los dos Testamentos.

PRUDENCIA

Poco será también lo que diga de la prudencia, a la que compete el descubrimiento de lo que se ha de apetecer y lo que se ha de evitar. Sin esta virtud no se puede hacer bien nada de lo que anteriormente hemos dicho. Es propio de ella una diligentísima vigilancia para no ser seducidos, ni de improviso ni poco a poco. Por eso el Señor nos repite muchas veces: estad siempre en vela y caminad mientras dura la luz, para que no os sorprendan las tinieblas (Jn 12, 35); y lo mismo San Pablo: ¿no sabéis que ten poco de levadura basta para corromper toda la masa? (1 Cor 5, 6). Contra esta negligensia y sueño del espíritu, que apenas se da cuenta de la infiltración sucesiva del veneno de la serpiente, son clarísimas estas palabras del profeta, que se leen en el Antiguo Testamento: el que desprecia las cosas pequeñas caerá poco a poco (Sir 19, 1) ¡Voy muy deprisa, no puedo detenerme en amplias explicaciones sobre esta máxima sapientísima; pero, si fuera éste mi propósito, mostraría la grandeza y profundidad de estos misterios, que son la burla de hombres tan necios como sacrílegos, que no caen poco a poco, sino que con toda rapidez se precipitan en el abismo más profundo.

¿A qué dar más extensión a esta cuestión sobre las costumbres? Siendo Dios el Sumo Bien del hombre—y esto no se puede negar—, se sigue que la vida santa, que es una dirección del afecto al Sumo Bien, consistirá en amarle con todo el corazón, con toda el alma y con todo el espíritu. Así se preserva el amor de la corrupción y de la impureza, que es lo propio de la templanza; le hace invencible frente a todas las adversidades, que es lo propio de la fortaleza; le lleva a renunciar a todo otro vasallaje, que es lo propio de la justicia; y, finalmente, le hace estar siempre en guardia para discernir las cosas y no dejarse engañar por la mentira y el dolo, que es lo propio de la prudencia. Esta es la única perfección humana que consigue gozar de la pureza de la verdad, y la que ensalzan y aconsejan uno y otro Testamento.
Las virtudes cardinales, museo vaticano