Detén tu carro, Madre, en nuestras almas
como lo hiciste antaño, acá en Luján.
La tarde va cayendo y hace frío.
Tu manto azul nos puede cobijar.
Tu puedes encender en nuestro pecho,
fogón de fe, esperanza y caridad.
Detén tu carro, Madre, en las escuelas
para que Cristo reine de verdad.
Tus manos pueden convertir en rosas
las flores angustiadas del cardal.
Detén tu carro, Madre, en los hogares
para fortalecernos con tu paz.
Conserva en ellos las virtudes recias,
sostén seguro en todo temporal.
Alumbra con tu luz las noches negras.
Bendice con tus manos nuestro pan.
Bajo el alero de tus manos juntas,
Señora de Luján,
consérvanos perpetuamente,
libres de todo mal.
Amén.
como lo hiciste antaño, acá en Luján.
La tarde va cayendo y hace frío.
Tu manto azul nos puede cobijar.
Tu puedes encender en nuestro pecho,
fogón de fe, esperanza y caridad.
Detén tu carro, Madre, en las escuelas
para que Cristo reine de verdad.
Tus manos pueden convertir en rosas
las flores angustiadas del cardal.
Detén tu carro, Madre, en los hogares
para fortalecernos con tu paz.
Conserva en ellos las virtudes recias,
sostén seguro en todo temporal.
Alumbra con tu luz las noches negras.
Bendice con tus manos nuestro pan.
Bajo el alero de tus manos juntas,
Señora de Luján,
consérvanos perpetuamente,
libres de todo mal.
Amén.
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