viernes, 21 de septiembre de 2007

Jacques Maritain (1882-1973)

F.V.D.

Estudió en el Liceo Enrique IV y en la Sorbona. En 1904 se casó con Raïssa Oumansoff, inmigrante judía de origen ruso, con quien compartió muchos de sus inquietudes intelectuales y obra. No consideraban que la ciencia por sí sola fuera capaz de responder a cuestiones existenciales de carácter vital. Por consejo de Charles Péguy, tomaron entonces los cursos de Henri Bergson, quien paralelamente a la deconstrucción del "cientismo", les comunicó el "sentido del absoluto".

De familia protestante, en 1906 Maritain, junto con su esposa, se convirtió al catolicismo, influenciado por León Bloy, hecho trascendental tanto en su vida como en su obra, bautizándose en la Iglesia de San Juan Evangelista de Montpatre el 11 de junio de aquel año, siendo su padrino Leon Bloy. Jacques junto con Raïssa se trasladó a Heidelberg en 1907, donde estudió biología bajo la dirección de Hans Driesch. La teoría neovitalista de Driesch lo atrajo ya que se vinculaba con las concepciones de Bergson. Raïssa enfermó, y durante su convalecencia, su consejero espiritual, el dominico Humbert Clérissac, les dio a conocer la obra de Tomás de Aquino, por la que a su vez ella interesó a Jacques Maritain. Se dedicó entonces al estudio y divulgación de la escolástica tomista.

Profesor de filosofía en un Liceo Parisién y, desde 1914, en el Institut Catholique, explicó cursos en universidades de Europa (como la santanderina Universidad de Verano), Estados Unidos (Universidades de Columbia, Chicago y Princeton) y Canadá ( en el Institute Pontificio de Estudios Medievales de Toronto, 1933, entre otros numerosos centros).

Su influencia filosófica y religiosa sobre algunos jóvenes intelectuales cercanos a la Acción Francesa y su estímulo a las iniciativas de Emmanuel Mounier contribuyeron, a principios de los años 30, al nacimiento del personalismo de los no conformistas de los años 30. Profundizó en paralelo la reflexión política y social en Humanismo Integral en 1936.
Antitotalitario, animó la resistencia francesa durante la II Guerra Mundial y se refugió en Norteamérica donde estaba enseñando en el momento en que se desató el conflicto. En 1945-48 fue embajador de Francia en el Vaticano. En 1947 presidió la delegación francesa en la segunda asamblea general de la Unesco (México).

El año siguiente ocupó la cátedra de filosofía en la Universidad de Princeton. El 23 de junio de 1961 recibió el premio de Literatura de la Academia Francesa.
A partir de 1961, Jacques Maritain vivió con los Hermanitos de Jesús en Toulouse. Desde la creación de esa orden en 1933, había ejercido influencia intelectual en ella. Se hizo Hermanito en 1970.

Formado en la escuela de Lovaina del cardenal Mercier, empapado en las mejores esencias aristotélico-tomísticas y conocedor profundo de las nuevas orientaciones ideológicas, llegó a ser uno de los principales representantes del neoescolasticismo, cuyos principios aplicó, dentro de la más estricta ortodoxia, a la solución de los problemas modernos. Sintetizó en torno al realismo tomista, la escolástica, las concepciones del iusnaturalismo o derecho natural de Francisco de Vitoria y Hugo Grocio, la doctrina católica, el existencialismo y el vitalismo. Consideraba que la realidad se podía conocer por la ciencia, la filosofía, el arte o la revelación, por lo que no desdeñó los trabajos puramente metafísicos y epistemológicos.

"Profundamente conmovido por la noticia de llamada a Dios de Jacques Maritain, que seguirá siendo para todos un filósofo de alto valor, un cristiano de fe ejemplar, y para Nos mismo un amigo especialmente querido desde los tiempos de su misión ante la Santa Sede, dirigimos a la familia religiosa donde ha querido acabar sus días en la contemplación y la plegaria, la expresión de nuestra simpatía entristecida y el consuelo de nuestra bendición apostólica"
Paulus P.P. VI

"Llegó a verme a la embajada de Chile(...)Estuvo cerca de dos horas haciéndonos gozar con su vivo ingenio y la agudeza de sus juicios. Pocas veces lo vi más alerta y alegre. Bajé a dejarlo hasta el auto y cuando éste ya partía, desde adentro me tomó la mano y me la besó. Escribo estas líneas largos año después y aún me sonrojo al pensar en su gesto, mezcla de bondad y de ternura.(...). El patio estaba lleno de periodistas. Uno de ellos, Luis Hernández Parker, que llenara una época del periodismo en nuestro país, y que era frío y hasta duro, todo cortado, exclamó: -¡Nunca he visto un viejo más lindo!" "Y realmente era hermoso y se desprendía de él un halo espiritual tan limpio, tan puro, que era imposible no sentirlo..."

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