Oh Virgen santísima,
miércoles, 29 de octubre de 2008
Oración de Juan Pablo II a la Virgen María.
Oh Virgen santísima,
domingo, 26 de octubre de 2008
Beata Madre Teresa de Calcuta.
sábado, 25 de octubre de 2008
María Cándida de la Eucaristía (1884 - 1949)
María Barba nació el 16 de enero de 1884 en Catanzaro (Italia), a donde la familia, oriunda de Palermo, se había trasladado momentáneamente por motivos de trabajo del padre, Pedro Barba, consejero del Tribunal Superior. Cuando la niña tenía dos años la familia regresó a la capital siciliana y allí vivió María Barba su juventud, en el seno de una familia profundamente creyente, pero que se opuso obstinadamente a su vocación religiosa, experimentada desde los quince años de edad. María, en efecto, tuvo que luchar casi veinte años hasta ver realizada su aspiración, demostrando, durante esos años de espera y de sufrimiento interior, una sorprendente fortaleza de ánimo y una fidelidad poco común a la inspiración inicial. En esta batalla, que se prolongó hasta su entrada en el Carmelo teresiano de Ragusa el 25 de septiembre de 1919, María Barba fue sostenida por una especialísima devoción al misterio eucarístico: en la Eucaristía veía ella el misterio de la presencia sacramental de Dios en el mundo, la muestra concreta de su amor infinito a los hombres, el motivo de nuestra plena confianza en sus promesas.
En ella, el amor a la Eucaristía se manifiesta desde la más tierna infancia. «Cuando era pequeñita —cuenta ella misma— y todavía no se me había dado Jesús, esperaba a mi madre, cuando volvía de la Santa Comunión, casi en el umbral de casa, y, de puntillas para llegar hasta ella, le decía: “A mí también el Señor!”. Mi madre se inclinaba con afecto y alentaba sobre mis labios; yo la dejaba en seguida y, cruzando y apretando las manos sobre el pecho, llena de alegría y de fe, repetía saltando: “Yo también tengo al Señor! yo también tengo al Señor”». Son señales de una vocación y de una llamada de Dios, cuya iniciativa comienza a preparar un regalo extraordinario para la Iglesia.
Desde que, a los 10 años, fue admitida a la Primera Comunión, su mayor alegría era poder comulgar. Desde entonces, privarse de la Santa Comunión, era para ella «una cruz y un tormento bien grande». En efecto, tras la muerte de su madre en 1914, no podía acercarse a la Comunión sino raramente, por no reñir con sus hermanos que no le permitían salir sola de casa.
Entrada en el Carmelo, donde tomó el nombre, en cierto modo profético, de María Cándida de la Eucaristía, quiso «acompañar a Jesús, en su condición de Eucaristía, lo más que pudiese». Prolongaba sus horas de adoración, y, sobre todo, la hora de las 23 a las 24 de cada jueves, la pasaba ante el Tabernáculo. La Eucaristía polarizaba verdaderamente toda su vida espiritual, no tanto por las manifestaciones devocionales, cuanto por la incidencia vital en la relación entre su alma y Dios. De la Eucaristía sacó fuerzas María Cándida para consagrarse a Dios como víctima el 1 de noviembre de 1927.
María Cándida desarrolló plenamente lo que ella misma define como su «vocación a la Eucaristía» ayudada por la espiritualidad carmelitana, a la que se había acercado a través de la lectura de la Historia de un alma de Santa Teresita. Son bien conocidas las páginas en que santa Teresa de Jesús describe su especialísima devoción a la Eucaristía y cómo, en la Eucaristía, experimentó la santa Fundadora el misterio fecundo de la Humanidad de Cristo.
En la Eucaristía ve sintetizadas, la Madre Cándida, todas las dimensiones de la experiencia cristiana:
La fe: «Oh mi Amado Sacramentado, yo Te veo, yo Te creo!... Oh Santa Fe». «Contemplar con Fe redoblada a nuestro Amado en el Sacramento: vivir de Él que viene cada día».
La esperanza: «Oh mi divina Eucaristía, mi querida esperanza, todo lo espero de ti... Desde niña fue grande mi esperanza en la Santísima Eucaristía».
La caridad: «Jesús mío, cuánto Te amo! Es un amor inmenso el que nutro en mi corazón por Ti, oh Amor Sacramentado... Cuán grande es el amor de un Dios hecho pan por las almas! De un Dios hecho prisionero por mí».
En la Eucaristía, la Madre Cándida, entonces priora de su comunidad, descubre también el sentido profundo de los tres votos religiosos, que en una vida intensamente eucarística hallan, no sólo su plena expresión, sino también un ejercicio concreto de vida, una especie de profunda ascesis y de progresiva conformación al único modelo de toda consagración, Jesucristo muerto y resucitado por nosotros: «¿Qué himno no debería entonarse a la obediencia de nuestro Dios Sacramentado? Y ¿qué es la obediencia de Jesús en Nazareth, comparada con su obediencia en el Sacramento desde hace veinte siglos?». «Después de instruirme sobre la obediencia, cuánto me hablas, cuánto me instruyes en la pobreza, oh blanca Hostia! Quién más despojada, más pobre que Tú...No tienes nada, no pides nada!... Divino Jesús, haz que las almas religiosas estén sedientas de desprendimiento y de pobreza sincera!».«Si me hablas de obediencia y de pobreza..., qué fascinación de pureza no suscitas Tú con solo mirarte! Señor, si tu descanso lo encuentras en las almas puras, ¿qué alma, tratando contigo, no se hará tal?». De ahí el propósito: «Quiero permanecer junto a Ti por pureza y amor».
Pero es sin duda la Virgen María el verdadero modelo de vida eucarística, Ella que llevó en su seno al Hijo de Dios y que continuamente lo engendra en el corazón de sus discípulos: «Quisiera ser como María — escribe la María Cándida en una de las páginas más intensas y profundas de La Eucaristía —, ser María para Jesús, ocupar el puesto de su madre. En mis Comuniones, María la tengo siempre presente. De sus manos quiero recibir a Jesús, ella debe hacerme una sola cosa con Él. Yo no puedo separar a María de Jesús. Salve! Oh Cuerpo nacido de María!. Salve María, aurora de la Eucaristía!».
Para María Cándida, la Eucaristía es alimento, es encuentro con Dios, es fusión de corazón, es escuela de virtud, es sabiduría de vida.
El Señor la llamó, después de algunos meses de agudos sufrimientos físicos, el 12 de junio de 1949, Solemnidad de la Santísima Trinidad
«El Cielo mismo no posee más.
Aquel único tesoro está aquí, es Dios!
Verdaderamente, sí verdaderamente: mi Dios y mi Todo».
lunes, 20 de octubre de 2008
"Queridos jóvenes,
¿Vosotros queréis contemplar
la belleza del Rostro de Cristo?
No os lancéis a responder.
Antes que nada
haced silencio en vuestro interior.
Dejad que emerja,
desde lo profundo de vuestro corazón,
el ardiente deseo de ver a Dios,
un deseo a veces sofocado
por los ruidos del mundo
y por las seducciones de los placeres.
Dejad que en vosotros nazca este deseo
y experimentaréis la maravilla
del encuentro con Jesús.
El cristianismo no es simplemente una doctrina;
es un encuentro en la fe con Dios
hecho presente en nuestra historia
con la encarnación de Jesús."
En el Vaticano, 22 de febrero de 2004,
del mensaje para la Jornada Mundial de la juventud.
JUAN PABLO II
jueves, 16 de octubre de 2008
Santa Margarita María Alacoque
Fue la mujer elegida por Cristo para acercarnos
a los misterios de su Sagrado Corazon,
y mostrarnos su gran Amor por todos nosotros.
"Te constituyo heredera de mi Corazón y de todos mis tesoros".
(Nuestro Señor a Santa Margarita María)
"En el Corazón de Cristo el corazón humano aprende a conocer el verdadero y único significado de su vida y su destino. Es en el corazón de Cristo que el corazón del hombre recibe la capacidad de amar.
Santa Margarita aprendió a amar por medio de la cruz. Ella nos revela un mensaje que sigue siendo actual: "hacernos copias viviente de nuestro Esposo Crucificado, expresándolo en nosotros por medio de nuestras acciones". (Enero 1689)
Es el amor de Cristo lo que hace al hombre digno de ser amado.
El hombre recibió un corazón ávido de amor y capaz de amar.
"Tened en vosotros los sentimientos que estuvieron en Cristo Jesús" (Fip 2,5). Todos los relatos evangélicos deben ser releídos en esta perspectiva. El Hijo único de Dios, encarnándose, toma un corazón humano. A lo largo de los anos que pasa en medio de los hombres, "manso y humilde de corazón", revela las riquezas de su vida interior por medio de cada uno de sus gestos, sus miradas, sus palabras, sus silencios.
Y he aquí que somos llamados a participar en ese amor y a recibir, por el Espíritu Santo, esta extraordinaria capacidad de amar."
"Jesús manso y humilde de corazón,
haz nuestro corazón semejante al tuyo".
"Sagrado Corazón de Jesús.
En voz confío".
lunes, 13 de octubre de 2008
El llamado de Cristo: Padre Alberto Hurtado.
Esto es lo esencial del llamamiento de Cristo: ¿Quisieras consagrarme tu vida? ¡No es problema de pecado! ¡Es problema de consagración! ¿A qué? A la santidad personal y al apostolado. Santidad personal que ha de ir calcada por la santidad de Cristo.
Si Él te llamara, ¿qué harías?... Quisiera que lo pensaras a fondo, porque esto es lo esencial de los retiros espirituales. Los retiros son un llamado a fondo a la generosidad. No se mueven por temor, ¡no se trata de asustar! Recuerdan los mandamientos, porque no pueden menos que recordarlos. Los mandamientos son la base, el cimiento para toda construcción, porque son la voluntad de Dios obligatoria... Pero no son más que los cimientos, y no se vive en los cimientos, no hay hermosura en los cimientos... Los retiros son para almas que quieran subir, y mientras más arriba mejor; son para quienes han entendido qué significa Amar, y que el cristianismo es amor, que el mandamiento grande por excelencia es el del amor.
La prueba de la fe es el amor, amor heroico, y el heroísmo no es obligatorio. El sacerdocio, las misiones, las obras de caridad no son materia de obligaciones, de pecado, son absolutamente necesarias para la Iglesia y son obra de la generosidad. El día que no haya sacerdotes no habrá sacramentos, y el sacerdocio no es obligatorio; el día que no haya misioneros, no avanzará la fe, y las misiones no son obligatorias; el día que no haya quienes cuiden a los leprosos y a los pobres no habrá el testimonio distintivo de Cristo, y esas obras no son obligatorias... El día que no haya santos, no habrá Iglesia y la santidad no es obligatoria. ¡Qué grande es esta idea! ¡La Iglesia no vive del cumplimiento del deber, sino de la generosidad de sus fieles!
Si Él te llamara, ¿qué le dirías? ¿En qué disposición estás? ¡¡Pide, ruega estar en la mejor!! San Ignacio pide al que entra en Ejercicios: ¡Grande ánimo y liberalidad para con Dios Nuestro Señor! ¡¡Querer afectarse y entregarse enteros!!
Señor, si en nuestro atribulado siglo XX, que viene saliendo de esta horrenda carnicería: campos de concentración, deportaciones, bombardeos, que trabajó afanosamente por matar con armas mil veces peores, que se despedazan por poseer más, por más negocios, más confort, más honras, menos dolor; si en este mundo del siglo XX, una generación comprendiese su misión y quisiera dar testimonio del Cristo en que cree, no sólo con gritos que nada significan de Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera... ¿Dónde?, sino en la ofrenda humilde, silenciosa de sus vidas, para hacerlo reinar por los caminos en que Cristo quiere reinar: en su pobreza, mansedumbre, humillación, en sus dolores, en su oración, ¡¡en su caridad humilde y abnegada!!
¡Si Cristo encontrara esa generación! Si Cristo encontrara uno... ¿querrás ser tú?, el más humilde. El más inútil a los ojos del mundo, puede ser el más útil a los ojos de Dios... Yo, Señor, nada valgo... pero confuso, con temor y temblor, yo te ofrezco mi propio corazón. El Señor entró a Jerusalén el día de su triunfo en un asno, y sigue fiel a esa su práctica, entra en las almas de los asnos de buena voluntad, pobres, mansos, humildes. ¿Quieres ser el asno de Cristo? Cristo no me quiere engañar, me precisa la empresa... Es difícil, bien difícil. Hay que luchar contra las pasiones propias, que apetecen lo contrario de su programa. ¡No estarán muertas de una vez para siempre, sino que habrán de ir muriendo cada día!
Hay que luchar contra el ambiente: amigos, familia, mundo, atracciones... todo parecerá levantarse escandalizado ante quienes pretendan, con tal ejemplo, por más modestamente que se dé, señalar su error. ¡Si me aman querrán darme lo que llaman bienes! y librarme de exageraciones ridículas, pasadas de moda, «que hacen más mal que bien...». ¿A qué esas exageraciones? ¿Por qué no hacer como todos? Luchar contra los escándalos... luchar contra los desalientos de la empresa, el cansancio de la edad, la sequedad del espíritu, el tedio, la fatiga, la monotonía... Sí, hay que luchar, pero allí estoy Yo. Tened confianza en Mí, Yo he vencido al mundo. Mi yugo es suave y mi carga ligera... Venid a Mí los que estáis trabajados y cargados y Yo os aliviaré... El que tenga sed, venga a Mí y beba. ¡¡Yo haré brotar en él una fuente que brota hasta la vida eterna!! (Jn 16,33; Mt 11,30.29; Jn 7,37–38).
Necesito de ti... No te obligo, pero necesito de ti para realizar mis planes de amor. Si tú no vienes, una obra quedará sin hacerse que tú, sólo tú puedes realizar. Nadie puede tomar esa obra, porque cada uno tiene su parte de bien que realizar. Mira el mundo; los campos cómo amarillean, cuánta hambre, cuánta sed en el mundo. Mira cómo me buscan a mí, incluso cuando se me persigue... Hay un hambre ardiente, atormentadora de justicia, de honradez, de respeto a la persona; una voluntad resuelta a hacer saltar el mundo con tal que terminen explotaciones vergonzosas; hay gentes, entre los que se llaman mis enemigos, que practican por odio lo que enseño por amor... Hay un hambre en muchos de Religión, de espíritu, de confianza, de sentido de la vida.
¿Difícil? ¡Sí! El mundo no lo comprenderá... Se burlará... Dirá: ¡exageraciones! ¡Que se ha vuelto loco! De Jesús se dijo que estaba loco, se le vistió loco, se le acusó de endemoniado... y finalmente se le crucificó. Y si Cristo viniera hoy a la tierra, horror me da pensarlo, no sería crucificado pero sería fusilado. Si viniera a Chile... se levantaría una sedición en su contra ¿de quiénes? ¿Qué se diría contra Él en la prensa, en las Cátedras? ¿Quiénes hablarían? Dios quiera que nosotros no formáramos parte del coro de sus acusadores, ni de los que lo fusilaran. ¿Difícil? ¡Sí! Pero aquí, sólo aquí, reside la vida.
En la gran obra de Cristo todos tenemos un sitio; distinto para cada uno, pero un sitio en el plano de la santidad. En la cadena de la gracia que Dios destina a la bondad. ¡Yo estoy llamado a ser un eslabón! Puedo serlo, puedo rechazar, ¿qué haré? La respuesta: Plantearme este problema a fondo ¡y responder con seriedad!
La respuesta de los jóvenes.
Muchos no tendrán el valor de planteárselo. Será superior a sus fuerzas pero, ¿si pensaran en las fuerzas de Cristo? Si pensaran que con Cristo, ellos también podrían ser santos. ¡Que no se refugien en la cobardía del puro deber!
Otros darán la limosna de algo. ¡¡Algo es!! Peor sería nada. ¡Pero no es eso lo que Cristo pide! No hay que ofrecer otra cosa, insistiendo que es buena, cuando Cristo pide otra mejor: La voluntad de Dios única y sola.
Los tesoros son los generosos, los que se entregan y afectan, y para estar seguros de hacer la voluntad del Señor, «actuando contra su sensibilidad» abrazan lo más difícil en espíritu, lo piden, lo suplican les sea concedido... y sólo dejarán aquellas donaciones si el Señor les muestra su camino en terreno más suave. Pero en cuanto de su parte, ¡a aquello van!
domingo, 12 de octubre de 2008
La Gracia de Dios
"San Pablo,al insistir en la primacía de la fe sobre las obras,
señala que lo más grande que hay en nosotros
es lo que produce la gracia.
Quedarse en una mirada sólo humana
sobre nosotros mismos
significaría desconocer la acción de Dios
y, al mismo tiempo,
no darnos cuenta de las maravillas
que obra la gracia."
sábado, 11 de octubre de 2008
Dios es Justo
"¡Que dulce es pensar que Dios es justo, es decir,
que tiene en cuenta nuestras debilidades
y que conoce perfectamente
la fragilidad de nuestra naturaleza!"
jueves, 9 de octubre de 2008
Fragmento: Segunda carta del apostol San Pablo a los Corintios
30 Si hay que gloriarse de algo, yo me gloriaré de mi debilidad. 31 Dios, el Padre del Señor Jesús –bendito sea eternamente sabe que no miento. 32 En Damasco, el etnarca del rey Aretas hizo custodiar la ciudad para apoderarse de mí, 33 y tuvieron que bajarme por una ventana de la muralla, metido en una canasta: así escapé de sus manos.
Capitulo 12
1 ¿Hay que seguir gloriándose? Aunque no esté bien, pasaré a las visiones y revelaciones del Señor. 2 Conozco a un discípulo de Cristo que hace catorce años –no sé si con el cuerpo o fuera de él, ¡Dios lo sabe!– fue arrebatado al tercer cielo. 3 Y sé que este hombre –no sé si con el cuerpo o fuera de él, ¡Dios lo sabe!– 4 fue arrebatado al paraíso, y oyó palabras inefables que el hombre es incapaz de repetir. 5 De ese hombre podría jactarme, pero en cuanto a mí, sólo me glorío de mis debilidades. 6 Si quisiera gloriarme, no sería un necio, porque diría la verdad; pero me abstengo de hacerlo, para que nadie se forme de mí una idea superior a lo que ve o me oye decir.
7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me envanezca, tengo una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás que me hiere. 8 Tres veces pedí al Señor que me librara, 9 pero él me respondió: «Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad». Más bien, me gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida en mí el poder de Cristo. 10 Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
martes, 7 de octubre de 2008
Santa Teresa Benedicta de la Cruz
y adentrarse en el horizonte infinito de la vida de Cristo.
Quien busca al Señor en Su casa,
no se preocupará tan sólo de hablarle de sí mismo
y de sus preocupaciones.
Empezará a interesarse de las preocupaciones del Señor.
La participación cotidiana en el Sacrificio eucarístico
nos arrastra, sin que nos demos cuenta"...
“Y el Verbo se hizo carne.
Esto se hizo realidad en el establo de Belén.
Y se cumplió plenamente de otra forma:
“El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna”.
El Salvador, que sabe muy bien que somos hombres,
y que permanecemos hombres,
que cada día tenemos que luchar con debilidades humanas,
viene en ayuda de nuestra humanidad de manera verdaderamente divina.
Así como el cuerpo terrenal necesita del pan cotidiano,
el cuerpo espiritual necesita de un sustento duradero.
“Este es el pan vivo bajado del cielo”.
Quien hace de Él su pan cotidiano
deja que se haga realidad cotidiana en sí mismo el misterio de la Navidad,
de la Encarnación del Verbo.
Y ese es el camino seguro para alcanzar el ser uno con Dios
y para crecer cada día con mayor fuerza y profundidad
en el Cuerpo Místico de Cristo.”
domingo, 5 de octubre de 2008
SANTA FAUSTINA KOWALSKA
5 DE OCTUBRE
FIESTA DE SANTA FAUSTINA KOWALSKA
1905-1938
Nació el 25 de agosto de 1905 como la tercera hija entre diez hermanos en la familia de Mariana y Estanislao Kowalski, campesinos de la aldea de Głogowiec. En el santo bautizo, celebrado en la iglesia parroquial de Świnice Warckie, se le impuso el nombre de Elena. Desde pequeña se destacó por el amor a la oración, la laboriosidad, la obediencia y una gran sensibilidad ante la pobreza humana. A los 9 años recibió la Primera Comunión. La vivió muy profundamente, consciente de la presencia del Huésped Divino en su alma. Su educación escolar duró apenas tres años. Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para, trabajando de empleada doméstica en casas de familias acomodadas de Aleksandrów, Łódź y Ostrówek, mantenerse a sí misma y ayudar a los padres.
Ya desde los 7 años sentía en su alma la llamada a la vida religiosa, pero ante la negativa de los padres para su entrada en el convento, intentó apagar dentro de sí la voz de la vocación divina. Sin embargo, apresurada por la visión de Cristo sufriente fue a Varsovia y allí, el 1 de agosto de 1925 entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia donde, como sor María Faustina, vivió trece años. Trabajó en distintas casas de la Congregación. Pasó los períodos más largos en Cracovia, Płock y Vilna cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera.
Para quien la observara desde fuera nada hubiera delatado su singular intensa vida mística. Cumplía sus deberes con fervor, observaba fielmente todas las reglas del convento, era recogida y callada, pero a la vez natural, llena de amor benévolo y desinteresado al prójimo. Su vida, aparentemente ordinaria, monótona y gris, se caracterizó por la extraordinaria profundidad de su unión con Dios.
Su espiritualidad se basa en el misterio de la Divina Misericordia, que ella meditaba en la Palabra de Dios y contemplaba en lo cotidiano de su vida. El conocimiento y la contemplación del misterio de la Divina Misericordia desarrollaban en ella una actitud de confianza de niño hacia Dios y la caridad hacia el prójimo. Oh Jesús mío —escribió— cada uno de tus santos refleja en sí una de tus virtudes, yo deseo reflejar tu Corazón compasivo y lleno de misericordia, deseo glorificarlo. Que tu misericordia, oh Jesús, quede impresa sobre mi corazón y mi alma como un sello y éste será mi signo distintivo en esta vida y en la otra. (Diario 1242). Sor Faustina era una fiel hija de la Iglesia a la que amaba como a Madre y como el Cuerpo Místico de Jesucristo. Consciente de su papel en la Iglesia, colaboró con la Divina Misericordia en la obra de salvar a las almas perdidas. Con este propósito se ofreció como víctima cumpliendo el deseo del Señor Jesús y siguiendo su ejemplo. Su vida espiritual se caracterizó por el amor a la Eucaristía y por una profunda devoción a la Madre de la Divina Misericordia.
Los años de su vida en el convento abundaron en gracias extraordinarias: revelaciones, visiones, estigmas ocultos, la participación en la Pasión del Señor, el don de bilocación, los dones de leer en las almas humanas, de profecía y de desposorios místicos. Un contacto vivo con Dios, con la Santísima Madre, con ángeles, santos y almas del purgatorio: todo el mundo extraordinario no era para ella menos real que el mundo que percibía a través de los sentidos. Colmada de tantas gracias extraordinarias sabía, sin embargo, que no son éstas las que determinan la santidad. En el Diario escribió: “Ni gracias, ni revelaciones, ni éxtasis, ni ningún otro don concedido al alma la hace perfecta, sino la comunión interior de mi alma con Dios. Estos dones son solamente un adorno del alma, pero no constituyen ni la sustancia ni la perfección. Mi santidad y perfección consisten en una estrecha unión de mi voluntad con la voluntad de Dios” (Diario 1107).
El Señor Jesús escogió a sor Faustina por secretaria y apóstolde su misericordia para, a través de ella, transmitir al mundo sugran mensaje. En el Antiguo Testamento —le dijo— enviaba alos profetas con truenos a mi pueblo. Hoy te envío a ti a todala humanidad con mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla con mi Corazón misericordioso (Diario 1588).
La misión de sor Faustina consiste en 3 tareas:
– Acercar y proclamar al mundo la verdad revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona.
– Alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, y especialmente para los pecadores, por ejemplo a través de la práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, presentadas por el Señor Jesús: la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción: Jesús, en ti confío, la fiesta de la Divina Misericordia, el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, la coronilla a la Divina Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (las tres de la tarde). A estas formas de la devoción y a la propagación del culto a la Divina Misericordia, el Señor Jesús vinculó grandes promesas bajo la condición de confiar en Dios y practicar el amor activo hacia el prójimo.
– La tercera tarea es inspirar un movimiento apostólico de la Divina Misericordia que ha de proclamar y alcanzar la misericordia de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana siguiendo el camino trazado por la beata sor María Faustina. Este camino es la actitud de confianza de niño hacia Dios que se expresa en cumplir su voluntad y la postura de caridad hacia el prójimo. Actualmente este movimiento dentro de la Iglesia abarca a millones de personas en el mundo entero: congregaciones religiosas, institutos laicos, sacerdotes, hermandades, asociaciones, distintas comunidades de apóstoles de la Divina Misericordia y personas no congregadas que se comprometen a cumplir las tareas que el Señor Jesús transmitió por sor María Faustina.
Sor María Faustina manifestó su misión en el Diario que escribió por mandato del Señor Jesús y de los confesores. Registró en él con fidelidad todo lo que Jesús le pidió y describió todos los encuentros de su alma con Él. Secretaria de mi más profundo misterio —dijo el Señor Jesús a sor María Faustina— tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre mi misericordia para el provecho de aquellos que leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a mí (Diario 1693). Esta obra acerca de modo extraordinario el misterio de la misericordia Divina. Atrae no solamente a la gente sencilla sino también a científicos que descubren en ella un frente más para sus investigaciones. El Diario ha sido traducido a muchos idiomas,por citar algunos: inglés, alemán, italiano, español, francés, portugués, árabe, ruso, húngaro, checo y eslovaco.
Sor María Faustina extenuada físicamente por la enfermedad y los sufrimientos que ofrecía como sacrificio voluntario por los pecadores, plenamente adulta de espíritu y unida místicamente con Dios murió en Cracovia el 5 de octubre de 1938, con apenas 33 años. La fama de la santidad de su vida iba creciendo junto con la propagación de la devoción a la Divina Misericordia y a medida de las gracias alcanzadas por su intercesión.
miércoles, 1 de octubre de 2008
"Enseñando la fe en un mundo posmoderno" por Carlo María Martini S.I.
Este pensamiento se mantiene distante de un mundo cristiano platónico anterior, en el cual se daban por sentado la primacía de la verdad y los valores sobre los sentimientos, de la inteligencia sobre la voluntad, del espíritu sobre la carne, de la unidad sobre el pluralismo, del ascetismo sobre la vida, del amor eterno sobre el temporal. En nuestro mundo hay una preferencia espontánea de los sentimientos sobre la voluntad, de las impresiones sobre la inteligencia, de una lógica arbitraria y la búsqueda del placer sobre la moral ascética y prohibitiva. Este es un mundo en el cual la sensibilidad, la emoción y el momento presente tienen prioridad. Por lo tanto, la existencia humana es un lugar donde hay libertad sin restricciones, donde la persona ejerce, o cree que puede ejercer, su imperio y creatividad personales.
Al mismo tiempo este movimiento también es una rebelión contra una mentalidad excesivamente racional. Desde la literatura, la pintura, la música y las nuevas ciencias humanas (especialmente el psicoanálisis), muchas personas dejaron de creer que viven en un mundo regido por leyes racionales, donde la civilización occidental es un modelo para que el mundo imite. Se acepta que todas las civilizaciones son iguales, mientras que con anterioridad insistíamos en la así llamada tradición clásica. Ahora hay un poco de todo en el mismo plano, porque ya no hay criterios mediante los cuales verificar qué es una civilización real y auténtica.
Hay oposición a la racionalidad, que es vista como fuente de violencia, porque la gente cree que la racionalidad puede ser impuesta porque es la verdad. Hay aceptación de toda forma de diálogo e intercambio a causa de un deseo de estar siempre abierto a lo otro, a lo diferente, a sospechar de uno mismo y a desconfiar de lo que sea que quiere afirmar su identidad por medio de la fuerza. Por eso el cristianismo no es fácilmente aceptado cuando se presenta como la verdadera religión. Me acuerdo de un joven que me dijo recientemente: "Por sobre todo, no me digas que el cristianismo es la verdad. Eso me molesta, me bloquea. Es completamente distinto decir que el cristianismo es hermoso…" Se prefiere la belleza a la verdad.
En esta atmósfera, la tecnología ya no es un medio al servicio de la humanidad, sino un medio en el cual uno percibe las reglas con las cuales interpretar al mundo. Ya no hay una esencia de las cosas, sólo el uso de las cosas para una finalidad determinada por la voluntad y el deseo de cada uno.
En esta atmósfera siempre está presente el rechazo al pecado y la redención. Se dice: "Todos son iguales y cada persona es única". Existe un derecho absoluto a ser singular y a reafirmarse. Toda norma moral ha expirado. Ya no hay pecado, no hay perdón, no hay redención, no hay abnegación. Ya no se puede pensar en la vida como sacrificio o sufrimiento.
No quiero decir que todo esto sea completamente falso. Se necesitaría una gran dosis de discernimiento para distinguir lo verdadero de lo falso, lo que se dice como una aproximación de lo que se dice con precisión, lo que es simplemente una tendencia o una moda, de lo que es una declaración sólida. Lo que estoy diciendo es que esta mentalidad está en todas partes, especialmente donde hay gente joven, y debe tomarse en cuenta.
Y digo más. Tal vez esta situación es mejor que la que existió antes. El cristianismo tiene la oportunidad de demostrar mejor su carácter de desafío, de objetividad, de realismo, de ejercicio de verdadera libertad, de una religión ligada a la vida del cuerpo y no sólo de la mente. En el mundo como en el que vivimos hoy, el misterio de un Dios no disponible y siempre sorprendente adquiere mayor belleza; la fe entendida como un riesgo se torna más atractiva; la visión trágica de la existencia se fortalece con consecuencias felices en contraste con una visión puramente evolucionaria. El cristianismo aparece más hermoso, más cercano a la gente, pero también más verdadero. El misterio de la Trinidad aparece como la fuente del sentido de la vida y una ayuda para comprender el misterio de la existencia humana.
Sin embargo, enseñar la fe en este mundo es un desafío. Para estar preparado uno debe tomar las siguientes actitudes muy a pecho:
No te sorprendas por la diversidad. No te asustes por lo que es diferente o novedoso, sino que míralo como algo que encierra un regalo de Dios. Prueba que puedes escuchar cosas muy distintas a las que normalmente escuchamos, pero sin juzgar al interlocutor de inmediato; trata de comprender lo que se está diciendo y los argumentos básicos que se han expuesto. Los jóvenes son muy sensibles ante una actitud de escuchar sin juzgar. Esta actitud les da el valor de decir lo que realmente sienten y a empezar a distinguir lo que es realmente verdadero de aquello que sólo parece verdadero. Como dice San Pablo: "Examina todo con discernimiento; conserva lo bueno; mantente distante de todo trazo de maldad" (2 Thes 5: 21-22).
Arriésgate. La fe es el gran riesgo de la vida. "El que quiera salvar su vida la perderá, pero aquel que pierda su vida por mi causa, la encontrará" (Mt 16:25). Debemos renunciar a todo por Cristo y su Evangelio.
Hazte amigo de los pobres. Pon a los pobres en el centro de tu vida porque ellos son amigos de Jesús, quien se hizo uno de ellos.
Aliméntate con el Evangelio. Tal como Jesús nos dice en su discurso sobre el pan de la vida: "El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo" (Juan 6:33).
Para ayudar a desarrollar estas actitudes, propongo cuatro ejercicios:
1. Lectio divina. Esta es una recomendación de Juan Pablo II: "Es especialmente necesario que el escuchar la Palabra se transforme en un encuentro esencial, seguido de la tradición antigua y aún vigente de la lectio divina, que nos permite descubrir en el texto bíblico el mundo vivo que nos desafía, nos dirige, que le da forma a nuestra existencia" (Novo Millennio Ineunte, No. 39). La Palabra de Dios alimenta la vida, la oración y el viaje diario, es el principio de unidad de la comunidad en una unidad de pensamiento, la inspiración para la renovación continua y para la creatividad apostólica (Setting Out Again From Christ, 2002, N° 24).
2. Se tu propio dueño. Necesitamos reaprender que la franca oposición a los deseos a veces es más placentera que las concesiones interminables ante cualquier cosa que aparezca como deseable, pero que termina en tedio y saciedad.
3. Silencio. Necesitamos alejarnos de una enfermiza esclavitud hacia los rumores y el parloteo sin fin de una música sin carecer que sólo produce ruido y tener cada día al menos una media hora de silencio y un medio día a la semana para pensar en nosotros, para reflexionar y rezar durante un período más largo. Esto puede parecer como algo difícil, pero cuando tú muestras la paz interior y la tranquilidad producto de este ejercicio, los jóvenes se atreven y descubren en él una fuente sin precedentes de vida y felicidad.
4. Humildad. No creas que está en nosotros resolver los grandes problemas de nuestros tiempos. Deja lugar para el Espíritu Santo, que trabaja mejor que nosotros y más profundamente. No quieras ahogar el Espíritu en los otros: el Espíritu es el que respira. En cambio, sé sensible a sus manifestaciones más sutiles, y para eso, necesitas silencio.