viernes, 12 de octubre de 2007

Siervo de Dios Luis María Etcheverry Boneo (1917 - 1971)

F.V.D.
"Tenemos que ser católicos sin adjetivos"
Nace en Buenos Aires el 18 de septiembre de 1917 en el seno de una familia profundamente cristiana. A los 12 años plantea su vocación, pero consultado su tío Monseñor Agustín Boneo -entonces primer Obispo de Santa Fe- aconseja esperar a concluir los estudios secundarios.

El 19 de marzo de 1936 ingresa al Seminario Metropolitano de Buenos Aires y en septiembre del mismo año es enviado al Colegio Pío Latino Americano de Roma para realizar los estudios eclesiásticos en la Pontificia Universidad Gregoriana donde obtiene la licenciatura en Teología (1941) y en Filosofía (1942) y la medalla de oro de su promoción y es considerado no sólo por su inteligencia y dedicación en sus estudios, sino por su trabajo ascético y el cuidado de su vida espiritual.

El 12 de abril de 1941 es ordenado sacerdote y en esa ocasión escribe -como recordará en la Homilía de la Misa exequial su amigo y compañero Monseñor Dr. Manuel Cárdenas, entonces Obispo Auxiliar de Buenos Aires- que su vida había llegado a ser como "un poema divino".
Quiere hacer su tesis doctoral sobre "La posibilidad de una cultura cristiana" dado su permanente interés por las realidades terrenas y el quehacer temporal como quehacer santo, pero no le aceptan su propuesta porque entienden que no hay suficientes antecedentes sobre el tema. Con motivo de la situación bélica es llamado por el Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Santiago Luis Copello.

Llega a Buenos Aires el 10 de noviembre de 1943. En la Arquidiócesis es Vicario Cooperador de la parroquia Ntra. Sra. de Monserrat (1943-1044); Capellán del Colegio Ntra. Sra. de la Misericordia de Belgrano (1944-1949); Prosecretario y vicecanciller en el Arzobispado de Buenos Aires (1944-1947), Juez Provisor (1947-1953) y Canónigo del Cabildo Metropolitano (desde 1946). Es director de los Cursos de Cultura Católica y luego del Pontificio Instituto Católico de Cultura (1946-1957), antecedente de la Pontificia Universidad Católica Argentina en cuya fundación participa activamente siendo su Secretario General y Director del Instituto de Ciencias de la Cultura (1958-1961) y promoviendo la validez de sus títulos a través de contactos con autoridades estatales de las cuales obtiene, junto a otros gestores, la libertad de enseñanza universitaria. En los Cursos de Cultura Católica y en el Pontificio Instituto comienza con jóvenes economistas profesionales un Seminario sobre Teología de la economía y sus conferencias inaugurales de los cursos lectivos en las que trata sobre La posibilidad de una teología de las realidades terrenas (1952) y La sacramentalización de lo social, función de la inteligencia católica contemporánea (1953) entre otras, en las que desarrolla su temática sobre filosofía y teología de la cultura. Como Director del Instituto de Ciencias de la Cultura de la Universidad Católica Argentina, comienza sus cursos sobre "Teología de la cultura" y un Seminario interdisciplinario con jóvenes investigadores de las distintas ciencias.

A la vez, en 1947 funda la Sociedad Argentina de Cultura de la que dependerán cinco Colegios Universitarios masculinos, así como el Colegio San Pablo, con cursos primarios y secundarios para varones (1953-1971). En el mismo año crea el Círculo Santa Teresa del Niño Jesús para universitarias; en 1952 entrega a la Iglesia una nueva forma de vida consagrada con la fundación de las "Servidoras" a las que da como carisma "el servicio a la Iglesia"; crea luego la Asociación Argentina de Cultura (1954) de la que surgirán Colegios Universitarios femeninos y el Colegio San Pablo femenino (1969) (hoy Colegio Padre Luis María Etcheverry Boneo, en honor de su Fundador) con cursos primarios y secundarios, así como muchas otras obras apostólicas al servicio de la Iglesia en la Argentina y en Roma.

Asimismo, siempre en el ámbito de la evangelización de la Cultura, en 1961 crea la Fundación Cultural Argentina, cuya principal labor se realiza en la estancia Santa María de la Armonía, en Cobo (Mar del Plata).

Junto con todo lo anterior, están sus cursos, cursillos, conferencias, predicaciones diversas y numerosos retiros espirituales, recogidos en grabaciones por sus discípulos, que abarcan miles de folios, estimando los destinatarios de ese pensamiento teológico y espiritual que se da una gran sintonía con el pensamiento de Juan Pablo II.

Pero, de esa acción que alguien ha calificado de "volcánica", el mayor tiempo y energías del Padre Etcheverry Boneo están dedicados a la dirección espiritual, a la formación de personas, orientándolas hacia la santidad en sus distintas vocaciones. De dicha labor surgen profesionales y matrimonios ejemplares y más de 150 vocaciones sacerdotales y de vida consagrada. Se preocupa también por el bien material, dando a su prójimo siempre más y mejor de lo que se le solicita.

Su personalidad con verdadera fortaleza sobrenatural y a la vez paciente paternidad le permite afrontar serias dificultades de las cuales no es la menor el problema económico financiero del país y sobre todo las corrientes entonces llamadas "progresistas" y "conservadoras" en el seno de la Iglesia; pero se mantuvo con valentía en la línea del santo Padre y del Concilio Vaticano II y decía: "tenemos que ser católicos sin adjetivos", lo cual le valió serias críticas de ambos extremos.

El Padre Etcheverry Boneo encarna en su persona lo que enseña y conduce a amar a todos "como Dios los ama"; atiende con igual paternidad a profesionales y obreros. El lema que impulsa toda su acción es "instaurar todas las cosas en Cristo" y tiene y extiende siempre una gran devoción a la Virgen.

Su muerte, ocurrida en Madrid el 18 de marzo de 1971 en el Sanatorio Hospital San Pedro para sacerdotes, tras ocho días de gran sufrimiento, fue calificada por médicos, sacerdotes y religiosas que lo atendieron y visitaron como un excepcional testimonio de santidad. Su Misa exequial y su entierro admiran a los empleados del Cementerio por la cantidad de gente y el silencio devoto que lo acompañó y sigue admirando a cuántas personas van a rezar junto a sus restos.
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"Instaurar todo en Cristo"

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