Jesús salió al encuentro de la muerte, no se retiró ante ninguna de las consecuencias de su “ser con nosotros” como Emmanuel. Se puso en nuestro lugar, rescatándonos sobre la cruz del mal y del pecado. Del mismo modo que el centurión romano viendo como Jesús moría comprendió que era el Hijo de Dios, también nosotros, viendo y contemplando el Crucifijo, podemos comprender quién es realmente Dios, que revela en Él la medida de su amor hacia el hombre. “Pasión” quiere decir amor apasionado, que en el darse no hace cálculos: la pasión de Cristo es el culmen de toda su existencia “dada” a los hermanos para revelar el corazón del Padre.
Me preguntaréis: ¿pero hoy es posible ser santos? Si sólo se contase con las fuerzas humanas, tal empresa sería sin duda imposible. De hecho conocéis bien vuestros éxitos y vuestros fracasos; sabéis qué cargas pesan sobre el hombre, cuántos peligros lo amenazan y qué consecuencias tienen sus pecados. Tal vez se puede tener la tentación del abandono y llegar a pensar que no es posible cambiar nada ni en el mundo ni en sí mismos.
Aunque el camino es duro, todo lo podemos en Aquel que es nuestro Redentor. No os dirijáis a otro si no a Jesús. No busquéis en otro sitio lo que sólo Él puede daros, porque «no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos» (Hc 4,12). Con Cristo la santidad es posible. Contad con él, creed en la fuerza invencible del Evangelio y poned la fe como fundamento de vuestra esperanza. Jesús camina con vosotros, os renueva el corazón y os infunde valor con la fuerza de su Espíritu.
Jóvenes de todos los continentes, ¡no tengáis miedo de ser los santos del nuevo milenio! Sed contemplativos y amantes de la oración, coherentes con vuestra fe y generosos en el servicio a los hermanos, miembros activos de
“Contemplando el Crucifijo, podemos comprender quién es realmente Dios,
que revela en Él la medida de su amor hacia el hombre.
“Pasión” quiere decir amor apasionado.
Jesús camina con vosotros, os renueva el corazón,
y os infunde valor con la fuerza de su Espíritu.
Aunque el camino es duro, todo lo podemos en Aquel que es nuestro Redentor.
No os dirijáis a otro si no a Jesús.
No busquéis en otro sitio lo que sólo Él puede daros
Dios quiere que todos seamos santos.
Queridos jóvenes, ¡tened la santa ambición de ser santos, como Él es santo!
¡No tengáis miedo de ser los santos del nuevo milenio!
Con Cristo la santidad es posible.”
Juan Pablo II
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