lunes, 10 de marzo de 2008

Sobre la oración, de San Juan María Vianney.

“Hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra sino en el cielo. Por eso, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí, donde está nuestro tesoro. El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo. La oración no es otra cosa que la unión con Dios.Quien tiene el corazón puro y unido a Dios experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que lo embriaga; se siente como rodeado de una luz admirable. En esta íntima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno solo, que ya nadie puede separar”

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