Resucitó Cristo, nuestra esperanza! Este es el grito que resuena en la Iglesia y en el mundo desde hace más de dos mil años en cada Pascua. Pero ¿Es posible hoy seguir esperando?
Sí, Cristo ha resucitado y nos empuja a descubrir que lo imposible también forma parte de nuestra vida, porque Dios se ha metido en nuestra historia de una vez y para siempre. Creer en la resurrección significa no resignarse a que el mundo siga adelante siempre de la misma manera. Celebrar la pascua es creer con toda la fuerza de nuestro corazón que Cristo sigue viviendo en medio de nosotros y que es capaz de transformarnos desde dentro para ayudarnos a construir el mundo y la vida que anhelamos, y que nos parece tan lejano.
Celebrar la pascua es dejar que el Resucitado venza nuestro miedo y desconfianza.
La noche terminó. La luz que se ha encendido en medio de la oscuridad nos muestra un mundo nuevo.
La piedra que encerraba “la vida” fue arrojada lejos por Cristo. Él es la vida que no puede quedar sepultada por nada ni por nadie.
Esta Pascua tiene que ser más que nunca un paso de Dios por nuestra vida y por la historia que nos está tocando vivir; una invitación, casi como un deber, a ser esperanza de un mundo que agoniza resucitándolo con el testimonio de la fraternidad y la solidaridad, de la lucha por la verdad y la justicia, de la confianza y el amor, del perdón y la reconciliació n, de la generosidad y la entrega.
La juventud es el momento donde la vida se hace más fuerte, donde estalla, florece, se abre paso; por eso ustedes, más que ningún otro, tienen el desafío de hacer pascua cada día y llenar de “Vida” la vida.
El que es “la Vida esta entre nosotros con su fuerza arrolladora y todo puede comenzar de nuevo.
Dios quitó la piedra que mantiene encerrada nuestra esperanza y nos invita a buscar lo que vale la pena, a que no tengamos miedo a soñar y tener ideales grandes, a arriesgarnos yendo por dónde Dios hace galopar nuestro corazón. No tengamos miedo.
Dios mantiene su palabra.
Dios es dueño de lo imposible.
Dios se muestra en lo increíble.
El amor tiene la última palabra.
Al pensar en ustedes, me viene de un modo especial la imagen de Jesús en la cruz mirando a su madre y al joven Juan. Jesús sin miedo le confió a su Madre. En esta pascua quiero confiarles nuestra iglesia arquidiocesana, ella es la Madre que necesita que sus hijos jóvenes, la cuiden, la sostengan, la hagan caminar, la embellezcan y la renueven con la frescura de sus corazones enamorados de Jesucristo y apasionados por el Reino de Dios.
Anímense a ser testigos de lo increíble, constructores de esperanza. Jesús no defrauda y nuevamente les dice “acá estoy, soy la vida”
Feliz Pascua, y por favor, les pido que recen por mí.
Semana Santa 2008
1 comentario:
Feliz Pascua gente!!
Un abrazo en Cristo resucitado para todos.
Aleluya, aleluya, aleluya!
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