¡Queridos hermanos y hermanas! En este último domingo del año celebramos la fiesta de la Sagrada Famiglia de Nazaret. Con alegría dirijo un saludo a todas las familias del mundo, deseándoles la paz y el amor que Jesús nos ha dado, vieniendo entre nosotros en Navidad. En el Evangelio no hallamos discursos sobre la familia, sino un acontecimiento que vale más que cualquier palabra: Dios quiso nacer y crecer en una familia humana. De esta manera la ha consagrado como camino primero y ordinario de su encuentro con la humanidad. En la vida que pasó en Nazaret, Jesús honró a la Virgen María y al justo José, permaneciendo sometido a la autoridad de ellos durante todo el tiempo de su infancia y adolescencia (Lc 2,51-52). De tal forma puso en evidencia el valor primario de la familia en la educación de la persona.
domingo, 30 de diciembre de 2007
La Familia de Nazaret, “prototipo” de cada familia cristiana
¡Queridos hermanos y hermanas! En este último domingo del año celebramos la fiesta de la Sagrada Famiglia de Nazaret. Con alegría dirijo un saludo a todas las familias del mundo, deseándoles la paz y el amor que Jesús nos ha dado, vieniendo entre nosotros en Navidad. En el Evangelio no hallamos discursos sobre la familia, sino un acontecimiento que vale más que cualquier palabra: Dios quiso nacer y crecer en una familia humana. De esta manera la ha consagrado como camino primero y ordinario de su encuentro con la humanidad. En la vida que pasó en Nazaret, Jesús honró a la Virgen María y al justo José, permaneciendo sometido a la autoridad de ellos durante todo el tiempo de su infancia y adolescencia (Lc 2,51-52). De tal forma puso en evidencia el valor primario de la familia en la educación de la persona.
martes, 25 de diciembre de 2007
Mensaje de Navidad de Benedicto XVI
venid, naciones, adorad al Señor, porque
hoy una gran luz ha bajado a la tierra»
Queridos hermanos y hermanas: «Nos ha amanecido un día sagrado». Un día de gran esperanza: hoy el Salvador de la humanidad ha nacido. El nacimiento de un niño trae normalmente una luz de esperanza a quienes lo aguardan ansiosos. Cuando Jesús nació en la gruta de Belén, una «gran luz» apareció sobre la tierra; una gran esperanza entró en el corazón de cuantos lo esperaban: «lux magna», canta la liturgia de este día de Navidad. Ciertamente no fue «grande» según el mundo, porque, en un primer momento, sólo la vieron María, José y algunos pastores, luego los Magos, el anciano Simeón, la profetisa Ana: aquellos que Dios había escogido. Sin embargo, en lo recóndito y en el silencio de aquella noche santa se encendió para cada hombre una luz espléndida e imperecedera; ha venido al mundo la gran esperanza portadora de felicidad: «el Verbo se hizo carne y nosotros hemos visto su gloria» (Jn 1,14)
«Dios es luz -afirma san Juan- y en él no hay tinieblas» (1 Jn 1,5). En el Libro del Génesis leemos que cuando tuvo origen el universo, «la tierra era un caos informe; sobre la faz del Abismo, la tiniebla». «Y dijo Dios: "que exista la luz". Y la luz existió» (Gn 1,2-3). La Palabra creadora de Dios -Dabar en hebreo, Verbum en latín, Logos en griego- es Luz, fuente de la vida. Por medio del Logos se hizo todo y sin Él no se hizo nada de lo que se ha hecho (cf. Jn 1,3). Por eso todas las criaturas son fundamentalmente buenas y llevan en sí la huella de Dios, una chispa de su luz. Sin embargo, cuando Jesús nació de la Virgen María, la Luz misma vino al mundo: «Dios de Dios, Luz de Luz», profesamos en el Credo. En Jesús, Dios asumió lo que no era, permaneciendo en lo que era: «la omnipotencia entró en un cuerpo infantil y no se sustrajo al gobierno del universo» (cf. S. Agustín, Serm 184, 1 sobre la Navidad). Aquel que es el creador del hombre se hizo hombre para traer al mundo la paz. Por eso, en la noche de Navidad, el coro de los Ángeles canta: «Gloria a Dios en el cielo / y en la tierra paz a los hombres que Dios ama» (Lc 2,14).
«Hoy una gran luz ha bajado a la tierra». La Luz de Cristo es portadora de paz. En la Misa de la noche, la liturgia eucarística comenzó justamente con este canto: «Hoy, desde el cielo, ha descendido la paz sobre nosotros» (Antífona de entrada). Más aún, sólo la «gran» luz que aparece en Cristo puede dar a los hombres la «verdadera» paz. He aquí por qué cada generación está llamada a acogerla, a acoger al Dios que en Belén se ha hecho uno de nosotros.
La Navidad es esto: acontecimiento histórico y misterio de amor, que desde hace más de dos mil años interpela a los hombres y mujeres de todo tiempo y lugar. Es el día santo en el que brilla la «gran luz» de Cristo portadora de paz. Ciertamente, para reconocerla, para acogerla, se necesita fe, se necesita humildad. La humildad de María, que ha creído en la palabra del Señor, y que fue la primera que, inclinada ante el pesebre, adoró el Fruto de su vientre; la humildad de José, hombre justo, que tuvo la valentía de la fe y prefirió obedecer a Dios antes que proteger su propia reputación; la humildad de los pastores, de los pobres y anónimos pastores, que acogieron el anuncio del mensajero celestial y se apresuraron a ir a la gruta, donde encontraron al niño recién nacido y, llenos de asombro, lo adoraron alabando a Dios (cf. Lc 2,15-20). Los pequeños, los pobres en espíritu: éstos son los protagonistas de la Navidad, tanto ayer como hoy; los protagonistas de siempre de la historia de Dios, los constructores incansables de su Reino de justicia, de amor y de paz.
En el silencio de la noche de Belén Jesús nació y fue acogido por manos solícitas. Y ahora, en esta nuestra Navidad en la que sigue resonando el alegre anuncio de su nacimiento redentor, ¿quién está listo para abrirle las puertas del corazón? Hombres y mujeres de hoy, Cristo viene a traernos la luz también a nosotros, también a nosotros viene a darnos la paz. Pero ¿quién vela en la noche de la duda y la incertidumbre con el corazón despierto y orante? ¿Quién espera la aurora del nuevo día teniendo encendida la llama de la fe? ¿Quién tiene tiempo para escuchar su palabra y dejarse envolver por su amor fascinante? Sí, su mensaje de paz es para todos; viene para ofrecerse a sí mismo a todos como esperanza segura de salvación.
Que la luz de Cristo, que viene a iluminar a todo ser humano, brille por fin y sea consuelo para cuantos viven en las tinieblas de la miseria, de la injusticia, de la guerra; para aquellos que ven negadas aún sus legítimas aspiraciones a una subsistencia más segura, a la salud, a la educación, a un trabajo estable, a una participación más plena en las responsabilidades civiles y políticas, libres de toda opresión y al resguardo de situaciones que ofenden la dignidad humana. Las víctimas de sangrientos conflictos armados, del terrorismo y de todo tipo de violencia, que causan sufrimientos inauditos a poblaciones enteras, son especialmente las categorías más vulnerables, los niños, las mujeres y los ancianos. A su vez, las tensiones étnicas, religiosas y políticas, la inestabilidad, la rivalidad, las contraposiciones, las injusticias y las discriminaciones que laceran el tejido interno de muchos países, exasperan las relaciones internacionales. Y en el mundo crece cada vez más el número de emigrantes, refugiados y deportados, también por causa de frecuentes calamidades naturales, como consecuencia a veces de preocupantes desequilibrios ambientales.
En este día de paz, pensemos sobre todo en donde resuena el fragor de las armas: en las martirizadas tierras del Dafur, de Somalia y del norte de la República Democrática del Congo, en las fronteras de Eritrea y Etiopía, en todo el Medio Oriente, en particular en Irak, Líbano y Tierra Santa, en Afganistán, en Pakistán y en Sri Lanka, en las regiones de los Balcanes, y en tantas otras situaciones de crisis, desgraciadamente olvidadas con frecuencia. Que el Niño Jesús traiga consuelo a quien vive en la prueba e infunda a los responsables de los gobiernos sabiduría y fuerza para buscar y encontrar soluciones humanas, justas y estables. A la sed de sentido y de valores que hoy se percibe en el mundo; a la búsqueda de bienestar y paz que marca la vida de toda la humanidad; a las expectativas de los pobres, responde Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, con su Natividad. Que las personas y las naciones no teman reconocerlo y acogerlo: con Él, «una espléndida luz» alumbra el horizonte de la humanidad; con Él comienza «un día sagrado» que no conoce ocaso. Que esta Navidad sea realmente para todos un día de alegría, de esperanza y de paz.
«Venid, naciones, adorad al Señor». Con María, José y los pastores, con los magos y la muchedumbre innumerable de humildes adoradores del Niño recién nacido, que han acogido el misterio de la Navidad a lo largo de los siglos, dejemos también nosotros, hermanos y hermanas de todos los continentes, que la luz de este día se difunda por todas partes, que entre en nuestros corazones, alumbre y dé calor a nuestros hogares, lleve serenidad y esperanza a nuestras ciudades, y conceda al mundo la paz. Éste es mi deseo para quienes me escucháis. Un deseo que se hace oración humilde y confiada al Niño Jesús, para que su luz disipe las tinieblas de vuestra vida y os llene del amor y de la paz. El Señor, que ha hecho resplandecer en Cristo su rostro de misericordia, os colme con su felicidad y os haga mensajeros de su bondad. ¡Feliz Navidad!
lunes, 24 de diciembre de 2007
Cristo ha nacido por amor a los hombres
“Ya casi hemos llegado a la santa Navidad, fiesta muy entrañable para las familias cristianas. Mi pensamiento va naturalmente a vuestras familias y a todas las familias del mundo. Al volver a vuestra casa, llevad a vuestros seres queridos el saludo del Papa y sus mejores deseos de serenidad y de paz. Pensad, al mismo tiempo, en cuantos no podrán vivir con serena alegría estos días de fiesta.
El Niño Jesús, al nacer en Belén, trajo al mundo el don valioso del amor, para que, como luz resplandeciente, ahuyente del corazón del hombre las tinieblas del egoísmo y de la tristeza y colme su corazón de auténtica alegría.
A cada uno de vosotros… os deseo que redescubráis el amor divino, que envuelve y da sentido pleno a la existencia humana.
- Christus natus est nobis, venite, adoremus!
¡Cristo ha nacido por nosotros, venid, a adorarlo!
Vamos hacia Ti, en este día solemne,
dulce Niño de Belén,
que al nacer has escondido tu divinidad
para compartir nuestra frágil naturaleza humana.
Iluminados por la fe, Te reconocemos
como verdadero Dios encarnado por amor nuestro.
¡Tú eres el único Redentor del hombre!
2. Ante el pesebre donde yace indefenso,
que cesen tantas formas de creciente violencia,
causa de indecibles sufrimientos;
que se apaguen tantos focos de tensión,
que corren el riesgo de degenerar en conflictos abiertos;
que se consolide la voluntad de buscar soluciones pacíficas,
respetuosas de las legítimas aspiraciones de los hombres y de los pueblos.
3. Niño de Belén, Profeta de paz,
alienta las iniciativas de diálogo y de reconciliación,
apoya los esfuerzos de paz que aunque tímidos,
pero llenos de esperanza, se están haciendo actualmente
por un presente y un futuro más sereno
para tantos hermanos y hermanas nuestros en el mundo.
Pienso en África, en la tragedia de Darfur en Sudán,
en Costa de Marfil y en la región de los Grandes Lagos.
Con gran aprensión sigo los acontecimiento de Irak.
Y ¿cómo no mirar con ansia compartida,
pero también con inquebrantable confianza,
a la tierra de la que Tú eres Hijo?
4. ¡Por doquier se ve la necesidad de paz!
Tú, que eres el Príncipe de la verdadera paz,
ayúdanos a comprender que la única vía para construirla
es huir horrorizados del mal
y buscar siempre y con valentía el bien.
¡Hombres de buena voluntad de todos los pueblos de la tierra,
venid con confianza al pesebre del Salvador!
«No quita los reinos humanos
quien da el Reino de los cielos» (cf. himno litúrgico).
Llegad para encontraros con Aquél
que viene para enseñarnos
el camino de la verdad, de la paz y del amor.
Juan Pablo II
sábado, 22 de diciembre de 2007
Nunca te quejes
Nunca te quejes de nadie, ni de nada
porque fundamentalmente tú has hecho
lo que querías en tu vida.
Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo
y el valor de empezar corrigiéndote.
El triunfo del verdadero hombre surge
de las cenizas de su error.
Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte,
enfréntala con valor y acéptala.
De una manera u otra es el resultado de tus actos
No te amargues de tu propio fracaso
ni se lo cargues a otro, acéptate ahora...
Recuerda que cualquier momento es bueno
para comenzar y que ninguno es tan terrible
para claudicar.
No olvides que la causa de tu presente es tu pasado
así como la causa de tu futuro será tu presente...
Aprende a nacer desde el dolor
y a ser más grande
que el más grande de los obstáculos...
Tu mismo eres tu destino.
Levántate y mira el sol por las mañanas
y respira la luz del amanecer.
Tu eres parte de la fuerza de tu vida,
decídete y triunfaras en la vida:
nunca pienses en la suerte,
porque la suerte es:
"el pretexto de los fracasados"
Pablo Neruda
jueves, 20 de diciembre de 2007
Homilía del Papa Pablo VI, Manila el 29 de Noviembre de 1970
Él es el centro de la historia y del Universo; Él nos conoce y nos ama, compañero y amigo de nuestra vida, hombre de dolor y de esperanza; Él, ciertamente, vendrá de nuevo y será finalmente nuestro Juez y también, como esperamos, nuestra plenitud de vida y nuestra felicidad.
Este es Jesucristo, de quien ya habéis oído hablar, al cual muchos de vosotros ya pertenecéis, por vuestra condición de cristianos. A vosotros, pues, cristianos, os repito su nombre, a todos lo anuncio: Cristo Jesús es el Principio y el Fin, el Alfa y la Omega, el Rey del mundo, la arcana y suprema Razón de la historia humana y de nuestro destino; Él es el mediador, a manera de puente, entre la tierra y el cielo; Él es el hijo del hombre por antonomasia, porque es el Hijo de Dios, eterno, infinito, y el Hijo de María, bendita entre todas las mujeres, su madre según la carne; nuestra madre por la comunión con el Espíritu del Cuerpo Místico.
¡JESUCRISTO! Recordadlo: Él es el objeto perenne de nuestra predicación; nuestro anhelo es que su nombre resuene hasta los confines de la tierra y por los siglos de los siglos.
domingo, 16 de diciembre de 2007
Frases sobre la santidad de la Madre Santa Maravillas de Jesús
“La santificación se forja cuando Dios va quitando al alma todo, y la deja como en un inmenso desierto”
“Los santos fueron santos, porque quisieron, con inmenso querer, ser fieles”
“Los santos son los que verdaderamente son poderosos, porque tienen al mismo Señor con ellos”
“El camino de la propia santificación es el santo misterio de la cruz”
“Nada estorba a la santidad si somos fieles”
“Si de veras le servimos y le amamos, eso es la santidad”
Madre Maravillas de Jesús
viernes, 14 de diciembre de 2007
Benedicto XVI a los jóvenes (fragmentos)
“¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!” Quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada – absolutamente nada – de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida.
Sólo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo, conocemos lo que es la vida. No somos el producto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario.
No deben tener miedo de soñar con los ojos abiertos grandes proyectos de bien, y no deben dejarse desanimar por las dificultades. Cristo tiene confianza en ustedes y desea que puedan realizar cada uno de sus más nobles y altos sueños de autentica felicidad. Nada es imposible para quien confía en Dios y se confía a Él. No temas. No tengas miedo. El Espíritu Santo está con ustedes y no los abandona jamás. Para quien confía en Dios nada le es imposible.
Queridos amigos, meditad a menudo la palabra de Dios, y dejad que el Espíritu Santo sea vuestro maestro. Descubriréis entonces que el pensar de Dios no es el de los hombres; seréis llevados a contemplar al Dios verdadero y gustaréis en plenitud la alegría que nace de la verdad.
Es urgente que surja una nueva generación de apóstoles enraizados en la palabra de Cristo, capaces de responder a los desafíos de nuestro tiempo y dispuestos a para difundir el Evangelio por todas partes. ¡Esto es lo que os pide el Señor, a esto os invita la Iglesia, esto es lo que el mundo —aun sin saberlo— espera de vosotros! Y si Jesús os llama, no tengáis miedo de responderle con generosidad, especialmente cuando os propone de seguirlo en la vida consagrada o en la vida sacerdotal. No tengáis miedo; fiaos de Él y no quedaréis decepcionados.
Que Maria os enseñe a acoger la palabra de Dios, a conservarla y a meditarla en vuestro corazón (cfr. Lc 2,19) como lo hizo Ella durante toda la vida. Que os aliente a decir vuestro “sí” al Señor, viviendo la “obediencia de la fe”. Que os ayude a estar firmes en la fe, constantes en la esperanza, perseverantes en la caridad, siempre dóciles a la palabra de Dios. Os acompaño con mi oración, mientras a todos os bendigo de corazón.
Queridos jóvenes, si participáis frecuentemente en la Celebración eucarística, si consagráis un poco de vuestro tiempo a la adoración del Santísimo Sacramento, a la Fuente del amor, que es la Eucaristía, os llegará esa gozosa determinación de dedicar la vida a seguir las pautas del Evangelio. Al mismo tiempo, experimentaréis que donde no llegan nuestras fuerzas, el Espíritu Santo nos transforma, nos colma de su fuerza y nos hace testigos plenos del ardor misionero de Cristo resucitado.
¿Cómo insertarse en un mundo marcado por numerosas y graves injusticias y sufrimientos? ¿Cómo reaccionar ante el egoísmo y la violencia que a veces parecen prevalecer? ¿Cómo dar sentido pleno a la vida? ¿Cómo contribuir para que los frutos del Espíritu que hemos recordado precedentemente, «amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí» (n. 6), inunden este mundo herido y frágil, el mundo de los jóvenes sobre todo? ¿En qué condiciones el Espíritu vivificante de la primera creación, y sobre todo de la segunda creación o redención, puede convertirse en el alma nueva de la humanidad? No olvidemos que cuanto más grande es el don de Dios –y el del Espíritu de Jesús es el máximo– tanto más lo es la necesidad del mundo de recibirlo y, en consecuencia, más grande y apasionante es la misión de la Iglesia de dar un testimonio creíble de él.
Una vez más os repito que sólo Cristo puede colmar las aspiraciones más íntimas del corazón del hombre; sólo Él es capaz de humanizar la humanidad y conducirla a su «divinización». ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida.
lunes, 10 de diciembre de 2007
Como el ciervo desea las fuentes…del Beato Rafael
Mi cuaderno – San Isidro
Grande es el sufrimiento de vivir, cuando en la vida queda la ilusión de morir… La ilusión de la muerte… la esperanza de acabar, para empezar… Duro es vivir, pero todo se suaviza con la esperanza de que todo acaba.
Ansias de vida eterna revolotean por el coro de la Iglesia, cuando aun las tinieblas de la noche envuelven al monasterio.
En el reloj suenan las cuatro y media… El frío penetra muy hondo, muy hondo; el cuerpo ligeramente alguna vez se estremece; no importa…, llegara el mediodía, y con él, el sol, y habrá calor y luz, y la alegría de su resplandor, se comunicará a ese cuerpo de hombre, que ahora tirita en el coro de la Iglesia.
El alma también tiene frío… Allá en uno de sus rincones llamea una lucecita…, una centellica muy débil de amor a Dios. El alma la ve y se esfuerza e animar esa llama que tan débil brilla en la oscuridad de todo. Ansias de amar a Dios, padece el alma…, ansias de estar con Cristo…
Suspira el alma por verse pronto libre de la carne que la aprisiona y atormenta…, todo es lucha, en el silencio de la Iglesia… El espíritu que quiere volar y la carne que se arrastra. El alma que llora de no ver aún a Dios, y unos ojos que se cierran por el sueño y la vigilia.
Señor, Señor… murmuran los labios…, como el “ciervo desea las fuentes” [2], como el cervatillo sediento olfatea el aire buscando con qué mitigar su sed, así mi alma suspira de sed de vida… Vida eterna, vida que es espacio y luz, vida en la cual esa centellica que tengo dentro se dilatará, se inflamará y a la vista de tu rostro, dará más luz que el sol…
Señor, Señor, como el ciervo desea las fuentes, así está mi alma[3].
Fuera del monasterio lucha el sol con lo último que queda de la noche… Todo llega y todo pasa. Pasarán los fríos y las nieves, pasarán los días y los años. Pasará esta noche y llegará el día… Todo consiste en saber esperar, y al final, allá, cuando se acabe la vida, nuestra alma apagará su sed en la única fuente que es Dios.
En esos momentos todo se achica y desaparece… se olvida el mundo tan ruin y pequeño… Se olvida a los hombres tan ocupados en sus afanes, sus luchas y sus miserias… El alma sufre por estar aún en la tierra y como es natural no concibe apego a nada que no sea el cielo, o sea Dios. Se extraña de que haya alguna vez buscado postura en este lugar tan de paso y tan sin importancia. Se maravilla de que haya hombres que amen a Dios y, sin embargo, discutan y se preocupen del lugar que ocupan o han de ocupar en este mundo.
¡Qué pequeño es todo para el que siente vértigos de amor a Dios! ¡Qué pequeño le parece el mundo entero con todos los siglos, al que espera impaciente toda una eternidad! ¡Qué mezquinas resultan las ilusiones de los hombres, que se afanan por conseguir algo terreno!
Qué importa la salud… Qué más da el sitio éste o aquel…, ser querido o despreciado, ser pobre o ser rico… Todo es nada, para el alma que de veras vive más de la ilusión del cielo que de las realidades terrenas.
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero”
Qué grandes debían ser las ansias de Teresa de Jesús que la hacían morir.
Pobre de mí, infeliz trapense…, que también padezco una chispita, de la gran hoguera del corazón de Teresa… También en mi pequeñez tengo esas ansias de vida eterna… ese “no vivir en mí” y ese “morir porque no muero”.
Qué grande es la misericordia de Dios que pone al alma en trance tal… Se llega a no sentir el frío, ni el sueño; se abisma el espíritu en la inmensidad de Dios, en su Amor infinito. Se extasía el alma de solamente pensar en ese mundo sobrenatural que nos espera al final de la vida, en el cual no hay dolor, ni lágrimas; en el cual nuestra única ocupación será gozar de Dios sin ya jamás poder ofenderle.
¡¡Ansias de Cristo!! ¿Cómo no tenerlas? ¿Cómo es posible amar esta vida que es la que nos separa de Dios? Creérase que más propio de ángeles que de hombres gemir por la vida eterna es una equivocación. Cuanto más hombre se es, y mas humanamente sentimos, más y con mayor ansia, se llora la vida y se desea morir.
El ciervo con sed… es el animal acosado por los cazadores… Su sed le viene de su continuo correr por los montes, los riscos y las breñas. Busca con locura la fuente escondida donde sabe, hallará descanso su fatiga, y el agua que templará sus ardores.
El ciervo sediento es ciervo que huye. También el alma que busca las fuentes de Dios, es alma que sufre… El hombre que ansía la vida inmortal, es hombre acosado también como el ciervo, de peligros mortales: cazadores le acechan, miserias le afligen, pasiones le turban.
El alma con ansias de cielo, es alma que ve sus flaquezas; el hombre que busca la fuente de Cristo, es que está sediento, y la sed, es de hombres y no de ángeles.
Bien sabe el Señor que cuando más débil me siento, cuando más lucho con la materia que tira hacia abajo, cuando el corazón se ve sujeto a tantas cosas, y mi alma sufre con un dolor más humano que divino, entonces es cuando arrodillado delante del Sagrario, y en el silencio de la noche, gimo, y lloro como el ciervo sediento…
Entonces es cuando veo que sólo en Cristo se halla descanso… Entonces notamos que el amor que le tenemos es débil y flojo…, es la centellica que apenas llamea… Vemos nuestra nada y nuestra pequeñez, vemos egoísmos y vemos que el mundo con sus cazadores, sus trampas y sus mañas, es el que acosándonos nos empuja a buscar con afán lo que no es mentira ni engaño, lo que es amor verdadero y felicidad perfecta, lo que únicamente puede apagar nuestra sed… Cristo.
Entonces, cuando el alma divisa de lejos el lugar de su descanso, cuando en plena oscuridad de todo, comprende que allá en el cielo, la llama pequeñica de su amor a Dios, se convertirá en luminaria potente… Entonces, cuando el alma ve lo pequeño que es todo, y lo grande que es Dios… Cuando se da cuenta de que lo que tiene es sed…, sed de amores divinos, pena de aún vivir… ansias de vida eterna, entonces, pero no antes, es cuando cesa el sufrir y el penar es sabroso, y todo desaparece: el mundo y el hombre, las tinieblas y el sol…, todo lo criado, todo lo existente se reduce a un alma que mira a su Dios, y unas veces ríe, otras veces llora, pero siempre rumiando la misma canción… Señor, Señor, como el ciervo sediento busca las fuentes…
Suena pausado y grave el reloj de la Iglesia. El frío del amanecer penetra muy hondo, muy hondo, pero no importa. Es el frío pasajero de un momento…, de una vida, y una vida es un instante en la eternidad, un instante que apenas merece nuestra atención.
Beato Rafael
[1] Cfr. Salmo 62,2 y 143,6.
[2] Ídem 41,2
[3] Ídem
domingo, 9 de diciembre de 2007
Adoración Eucarística 13 de Diciembre
“Mi carne es la verdadera comida y mi sangre es la verdadera bebida”
20 hs
Colegio San Pablo
sábado, 8 de diciembre de 2007
La Inmaculada Concepción
"Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc 1, 28).
¡Con qué especialísima bendición Dios se ha dirigido a María desde el inicio de los tiempos! ¡Verdaderamente bendita, María, entre todas las mujeres! (cf. Lc, 1, 42).
El Padre la eligió en Cristo antes de la creación del mundo, para que fuera santa e inmaculada ante él por el amor, predestinándola como primicia a la adopción filial por obra de Jesucristo (cf. Ef 1, 4-5).
En previsión de la muerte salvífica de él, María, su Madre, fue preservada del pecado original y de todo otro pecado. En la victoria del nuevo Adán está también la de la nueva Eva, madre de los redimidos. Así,
El "sí" de
A ti, Virgen inmaculada, predestinada por Dios sobre toda otra criatura como abogada de gracia y modelo de santidad para su pueblo, te renuevo hoy, de modo especial, la consagración de toda
Guía tú a sus hijos en la peregrinación de la fe, haciéndolos cada vez más obedientes y fieles a la palabra de Dios.
Acompaña tú a todos los cristianos por el camino de la conversión y de la santidad, en la lucha contra el pecado y en la búsqueda de la verdadera belleza, que es siempre huella y reflejo de
Obtén tú, una vez más, paz y salvación para todas las gentes. El Padre eterno, que te escogió para ser
Virgen Inmaculada
Tu intacta belleza espiritual
es para nosotros manantial vivo
de confianza y esperanza.
Tenerte como Madre, Virgen santísima,
nos alienta en el camino de la vida
como prenda de salvación eterna.
Por eso, a ti, oh María,
recurrimos confiados.
Ayúdanos a construir un mundo
donde la vida del hombre se ame
y defienda siempre,
donde se destierre toda forma de violencia
y todos busquen tenazmente la paz.
Virgen Inmaculada!
En este Año de la Eucaristía,
concédenos celebrar y adorar
con fe renovada y ardiente amor
el santo misterio del Cuerpo
y
En tu escuela, oh Mujer eucarística,
enséñanos a recordar las obras admirables
que Dios no cesa de realizar
en el corazón de los hombres.
Con solicitud materna, Virgen María,
guía siempre nuestros pasos
por las sendas del bien.
Amén.
Juan Pablo II
Homilía del 8 de diciembre de 2004
jueves, 6 de diciembre de 2007
San Juan de la Cruz (1542-1591)
y de tal manera espero,
que muero,
porque no muero.
En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo,
pues sin él, y sin mí quedo,
¿este vivir qué será?
mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo, porque no muero.
Esta vida, que yo vivo
es privación de vivir,y así es continuo morir,
hasta que viva contigo:
oye mi Dios, lo que digo,
que esta vida no la quiero,
que muero, porque no muero.
Estando ausente de ti,
¿qué vida puedo tener,
sino muerte padecer,
la mayor que nunca vi?
lástima tengo de mí,
pues de fuerte persevero,
que muero, porque no muero.
El pez que del agua sale,
Aún de alivio no carece,
que la muerte que padece,
al fin la muerte le vale;
¿qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
pues si más vivo, más muero?
Cuando me empiezo aliviar
de verte en el Sacramento,
háceme más sentimiento,
el no te poder gozar:
todo es para más penar,
y mi mal es tan entero,
que muero, porque no muero.
Y si me gozo, Señor,
con esperanza de verte,
en ver que puedo perderte,
se me dobla mi dolor,
viviendo en tanto pavor,
y esperando, como espero,
me muero, porque no muero.
Sácame de aquesta muerte,
mi Dios, y dame la vida,
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte,
mira que muero por verte,
y de tal manera espero,
que muero, porque no muero.
Lloraré mi muerte ya,
y lamentaré mi vida,
en tanto, que detenida
por mis pecados está:
¡oh mi Dios, cuándo será,
cuando yo diga de vero
vivo ya, porque no muero!
domingo, 2 de diciembre de 2007
San Bernardo de Claraval
Si te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia, mira a la estella, invoca a María!
Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos quieren hundir la barca de tu espíritu, que tus ojos vayan a esa estrella: invoca a María!
Si ante el recuerdo desconsolador de tus muchos pecados y de la severidad de Dios, te sientes ir hacia el abismo del desaliento o de la desesperación, lánzale una mirada a la estrella, e invoca a la Madre de Dios.
En medio de tus peligros, de tus angustia, de tus dudas, piensa en María, invoca a María!
El pensar en Ella y el invocarla, sean dos cosas que no se parten nunca ni de tu corazón ni de tus labios. Y para estar más seguro de su protección no te olvides de imitar sus ejemplos.
Siguiéndola no te pierdes en el camino!
¡Implorándola no te desesperarás! ¡Pensando en Ella no te descarriarás!
Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir. Bajo su manto nada hay que temer.
¡Bajo su guía no habrá cansancio, y con su favor llegarás felizmente al Puerto de la Patria Celestial!
Amén!
San Bernardo
viernes, 30 de noviembre de 2007
"Hablar de Dios resulta peligroso". La conversión de Tatiana Goritcheva.
Fue, a través del Padrenuestro y su repetición mental durante seis veces, cuando sintió que una fuerza especial invadía su espíritu. Era algo inexplicable desde las tesis comunistas y desde la propaganda del materialismo ateo. Comprendió, de repente, que Dios existe. Ella misma nos lo explica en sus memorias:
`En aquel instante comprendí y capté el misterio del cristianismo, la vida nueva y verdadera. ¡Esta era la redención efectiva y auténtica! En aquel momento, todo cambió en mi. El hombre viejo había muerto. No sólo puse fin a mis valoraciones y ideas anteriores sino también a las viejas costumbres´ (cf. "Hablar de Dios resulta peligroso", 1984).
Una vez convertida al cristianismo, se confiesa y busca consuelo en el Cristo vivo de su fe. Inicia, con algunas mujeres, el primer movimiento femenino de la Unión Soviética inspirado en los valores evangélicos. Su vida adquiere sentido en el trabajo hacia los otros y en la expresión de su fe en la Iglesia Ortodoxa rusa.
(...) Tatiana Goritcheva considera, desde su pensamiento teológico vivo, que la sociedad materialista es, por definición, ateizante. Excluye radicalmente el diálogo con Dios, con el Ser transcendente. Llena al hombre de criterios cientistas y pragmáticos, y consigue extender un odio terrible en el corazón de las personas.
La pensadora rusa comprende la necesidad del cambio. ¿Por qué resulta peligroso hablar de Dios? Hace falta el cambio en el tiempo: una mentalidad nueva para unos tiempos nuevos, donde el ser humano aparte el horizontalismo materialista y se enfrente, con autenticidad, a su interior transcendente y vertical".
jueves, 29 de noviembre de 2007
Federico Ozanam y el Dolor
Esposo y padre de una hija, su corta vida estuvo llena de oración, acción y compromiso cristiano, atrayendo y congregando a jóvenes dispuestos a enfrentarse a quienes pretendían enseñarles en la escuela y en la universidad doctrinas anticristianas.
Sentó las bases del nuevo pensamiento social defendiendo la justicia en las relaciones laborales y humanas, condenando la esclavitud y rechazando las enormes diferencias entre ricos y pobres. Su obra tendió a sustituir la limosna por la justicia social.
En 1833 y con el único objetivo de evangelizar a través de una actuación personal con los necesitados, se crea la Conferencia de la Caridad. Poco después esta conferencia y otras que fueron surgiendo, bajo la protección de la Virgen y el patronazgo de San Vicente de Paúl, dan origen a las Conferencias de San Vicente de Paúl, institución laica al servicio de los pobres.
Es considerado uno de los precursores de la democracia cristiana, al haber usado en 1830, dicho concepto "He creído y creo aun, en la posibilidad de la Democracia Cristiana; más aún, no creo en otra cosa, tratándose de política". Ozanam hace un estudio profundo en relación con la Democracia y el Cristianismo ya que le preocupaba la indiferencia de los católicos para incorporarse a la lucha política (Hay que tomar en cuenta que para ese entonces lo democrático era visto como un sinónimo de anticlericalismo, de ateísmo militante y de seudo-liberalismo en Francia). Planteó que no solo la caridad era necesario sino que era urgente la institucionalidad, acompañada de un nuevo factor: La Democracia. A raíz de sus estudios Ozanam fundó un movimiento político el cual tuvo corta actuación debido al golpe de estado que llevó a Luis Napoleón al gobierno en 1851.
El 22 de agosto de 1997 fue beatificado por Juan Pablo II en la catedral de Notre Dâme en Paris.
Ozanam y el dolor
¿De dónde procede este relajamiento universal? Del alejamiento del sacrificio. Bien dice monseñor Fulton Sheen que el hombre moderno quiere una religión sin calvario y un cura de buenos modales que no mencione el infierno ante los oídos de la gente bien criada.
Nos alejamos del dolor como de un leproso. Nos causa vértigo si no náuseas las palabras de Santa Teresa: «sufrir o morir». Pero lo cierto es que «Dios visita a quienes ama», lo dice bien claro El mismo, en el Apocalipsis «yo castigo a aquellos que amo».
«Dios quiere nuestra adhesión completa, por eso nos sujeta con los lazos más fuertes que existen en el corazón humano».
Para ir al Cielo hay que pagar el derecho de piso con la «resignación a todo», porque «las grandes aflicciones; cristianamente sobrellevadas, fortalecen el alma».
El dolor, «considerado desde arriba», es un rocío de gracia que hiere para purificar y purifica para santificar. ¿Dudamos? Es que nos falta esa nostalgia de santidad de almas heroicas.
¿Cómo comprendemos esta verdad si no lloramos con el que llora, como exhorta San Pablo?
No ama quien quiere, sino quien se entrega por amor, y el amor pasa por la Cruz. Necesitamos amor al dolor y en el dolor propio o ajeno que sublimando nuestras obras deje ver el rostro de Dios.
martes, 27 de noviembre de 2007
Cercanos a la Navidad
Nos encontramos en la cercanía de la Navidad, que es la fiesta de los regalos. Los regalos navideños nos recuerdan el regalo por excelencia, que el Hijo de Dios nos hizo de sí mismo en la Encarnación. Por eso, con ocasión de la Navidad oportunamente se hacen muchos regalos, que la gente se intercambia durante estos días.
Sin embargo, es importante no olvidar el Regalo principal, del que los demás regalos son solamente un símbolo. La Navidad es el día en que Dios se entregó a sí mismo a la humanidad y este regalo suyo, por decirlo así, llega a ser perfecto en la Eucaristía. Bajo la apariencia de un pedacito de pan es Jesús mismo quien se nos entrega y quiere entrar en nuestro corazón.
Jesús Eucaristía, encontrado en la liturgia y contemplado en la adoración, es como un "prisma" a través del cual se puede penetrar mejor en la realidad desde diversas perspectivas: ascética y mística, intelectual y especulativa, histórica y moral.
Por decirlo así, la Eucaristía es un "concentrado" de verdad y de amor. No sólo ilumina el conocimiento, sino también y sobre todo el actuar del hombre, su vivir "según la verdad en la caridad" (Ef 4, 15), como dice san Pablo, en el compromiso diario de actuar como Cristo mismo actuó. Así pues, la Eucaristía fomenta, en la persona que se alimenta de ella con asiduidad y con fe, una fecunda unidad entre contemplación y acción.
Queridos amigos, entremos en el misterio de la Navidad, ya cercana, a través de la "puerta" de la Eucaristía: en la cueva de Belén adoremos al mismo Señor que en el Sacramento eucarístico quiso hacerse nuestro alimento espiritual, para transformar el mundo desde dentro, partiendo del corazón del hombre.
¿No fueron los santos "conquistados" por el misterio eucarístico? En la Eucaristía experimentaron el amor de Dios, el mismo amor que en la Encarnación impulsó al Creador del mundo a hacerse pequeño, más aún, el más pequeño y el servidor de todos.
Queridos amigos, al prepararos para la santa Navidad, contemplad al Niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre (cf. Lc 2, 7. 12. 16).
Seguid el ejemplo de la Virgen María, la primera que contempló la humanidad del Verbo encarnado, la humanidad de la Sabiduría divina. En el Niño Jesús, con el que mantenía infinitos y silenciosos coloquios, reconocía el rostro humano de Dios, de forma que la misteriosa Sabiduría del Hijo se grabó en la mente y en el corazón de la Madre.
Por eso, María se convirtió en la "Sede de la Sabiduría".
Les deseo que, per Mariam, avancen cada vez más en la búsqueda de la verdad y del bien, a la luz de la Sabiduría divina. Este deseo lo dirijo de corazón a cada uno de vosotros, y lo acompaño con una bendición especial, que hago extensiva a todos vuestros seres queridos. ¡Feliz Navidad!
(Adaptación)
jueves, 22 de noviembre de 2007
La mano de Dios. La convenrsión de Bernard Nathanson, "el rey del aborto".
"El aborto es un crimen":
Bernard Nathanson. La mano de Dios.
miércoles, 21 de noviembre de 2007
SANTO TOMÁS MORO (1478-1535)
algo de trabajo y un poco de alegría.
Dame el pan de cada día, un poco de mantequilla, una buena
digestión y algo para digerir.
Dame una manera de ser que ignore el aburrimiento, los lamentos y
los suspiros.
No permitas que me preocupe demasiado
por esta cosa embarazosa que soy yo.
Dame, Señor, la dosis de humor suficiente
como para encontrar la felicidad en esta vida
y ser provechoso para los demás.
Que siempre haya en mis labios una canción,
una poesía o una historia para distraerme.
Enséñame a comprender los sufrimientos
y a no ver en ellos una maldición.
Señor, concédeme la gracia,
en este momento supremo de miedo y angustia,de recurrir al gran miedo
y a la asombrosa angustia que
tú experimentaste en el Monte de los Olivos
antes de tu pasión.
Haz que a fuerza de meditar tu agonía,
reciba el consuelo espiritual necesario
para provecho de mi alma.
Concédeme, Señor, un espíritu abandonado, sosegado, apacible, caritativo, benévolo, dulce y compasivo.
Que en todas mis acciones, palabras y pensamientos experimente el
gusto de tu Espíritu santo y bendito.
Dame, Señor, una fe plena,
una esperanza firme y una ardiente caridad.
Que yo no ame a nadie contra tu voluntad,
sino a todas las cosas en función de tu querer.
Rodéame de tu amor y de tu favor.
lunes, 19 de noviembre de 2007
"Proclamad el Evangelio"
Muy queridos jóvenes:
Además, anunciar significa también proclamar, llevar la Palabra de salvación a todos. Muchas personas rechazan a Dios por ignorancia. De hecho, todavía se conoce poco la fe cristiana, pero al mismo tiempo hay un profundo deseo de escuchar la palabra de Dios. Y la fe nace de la escucha. San Pablo escribe: "¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique?" (Rm 10, 14). Anunciar la palabra de Dios, queridos jóvenes, no incumbe sólo a los sacerdotes o a los religiosos, sino también a vosotros. Debéis tener la valentía de hablar de Cristo en vuestras familias, en vuestro ambiente de estudio, de trabajo o de diversión, animados por el mismo fervor de los Apóstoles, cuando afirmaban: "Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído" (Hch 4, 20). ¡Tampoco vosotros podéis callar! Existen lugares y situaciones a los que sólo vosotros podéis llevar la semilla de la palabra de Dios.
No tengáis miedo de hablar de Cristo a quien todavía no lo conoce. Cristo es la verdadera respuesta, la más completa, a todas las preguntas que se refieren al hombre y a su destino. Sin él, el hombre es un enigma sin solución. Tened, por lo tanto, ¡la valentía de proponer a Cristo! Ciertamente, hay que hacerlo con el debido respeto a la libertad y conciencia de cada uno, pero hay que hacerlo (cf. Redemptoris missio, 39). Ayudar a un hermano o a una hermana a descubrir a Cristo, camino, verdad y vida (cf. Jn 14, 6) es un verdadero acto de amor hacia el prójimo.
Hablar de Dios hoy no es fácil. Muchas veces se encuentra un muro de indiferencia, y también una cierta hostilidad. Cuántas veces tendréis la tentación de repetir con el profeta Jeremías: "¡Ah, Señor! Mira que no sé expresarme, que soy un muchacho" Pero Dios responde siempre: "No digas 'soy un muchacho', pues adondequiera que yo te envíe irás" (cf. Jr 1, 6-7). Por tanto, no os desalentéis, porque no estáis solos. El Señor nunca dejará de acompañaros, como prometió: "Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20).
Mensaje de S.S. Juan Pablo II a los jovenes
en la VIIª J.M.J. (1992)
jueves, 15 de noviembre de 2007
Santo Tomas de Aquino
"La Eucaristía produce una transformación progresiva en el cristiano. Es el Sol de las familias y de las Comunidades"
martes, 13 de noviembre de 2007
Walter Elías Chango Rondeau (1921-1939)
El 1 de noviembre de 1921, en la ciudad de Montevideo, nació Walter Elías Chango Rondeau. Sus padres fueron Pedro Chango y Teresa Rondeau. Creció en un hogar cristiano dignificado por el trabajo y la honradez.
“Un apóstol de la Eucaristía”. Desde niño se distinguió por su amor a la Eucaristía. Walter que tanto amaba a Jesús, no se contentaba con manifestarle su amor, sino que conducía a otros al encuentro con Cristo.
“Incompresible grandeza de la Eucaristía! El Dios eterno, infinito en toda perfección, oculta su grandeza bajo el velo aparente de una blanca hostia, para darse en alimento al hombre infinitamente indigno de recibir la suprema grandeza”. (Jueves 18).
“Si el hombre no tuviera más pruebas de la Presencia Real que los efectos de una comunión bien hecha, con esa sola le bastaría”. (Jueves 18).
“El hombre tan presto en agradecer los mezquinos favores de las criaturas, cuan insensatamente ingrato se muestra para con Cristo que en un acto de generosidad infinita le da su propia carne en alimento”. (Viernes 19).
Durante la preparación al Congreso eucarístico de 1938 que se realizó en Montevideo, trabajó incansablemente. Pero Walter no solamente se quedaba en una mera propaganda sino que vivía ese momento como un apostolado, una ocasión para encontrarse con otros y compartir la fe. Walter sentía profundamente su vocación laical y la vivía con radicalidad y entrega.
"La misa es una acción, un acontecimiento visible, una realidad exterior, en la que debemos tomar parte y colaborar. La misa no es una representación o recuerdo, es una realidad presente."
"La misa del domingo debe influir, debe modificar toda nuestra vida durante la semana entera. Toda la semana debe estar centralizada, regida por la misa, que debe ser algo así como el sol que ilumine, que transforme toda aquella semana."
Diariamente rezaba el rosario, pero en sus últimos días cuando ya no era capaz de concentrarse en la oración repetía jaculatorias marianas mientras pasaba las cuentas.
Su amor por los pobres y los enfermos solía repetir: “lo que doy a los pobres a Cristo se lo doy”, y tenía la capacidad de ver en el prójimo al propio Jesucristo “que fácil nos sería un pequeño sacrificio de un gusto para poder darle a Cristo en sus pobres”.
Catequista a tiempo completo. Su primo y ahijado Enrique Rondeau afirma haber tenido el honor y privilegio de que el mismo Walter fue quien lo preparó para hacer la primera comunión. Y así lo dijo: “Era un catequista a tiempo completo, no solamente cuando nos encontrábamos para el momento específico de recibir el catecismo, sino que en todo momento y con naturalidad me trasmitía valores cristianos y me hablaba de Cristo”.
Su vida parroquial estaba marcada especialmente por dos actividades: la Acción católica y la congregación laical a la cual pertenecía dedicada a la Inmaculada Concepción y a San Estanislao de Kostka. En la parroquia - Basílica de Ntra. Del Carmen de la Aguada, se dirigía espiritualmente con el padre Atilio Nicoli quien posteriormente se convirtió en un propagador entusiasta de la conocida fama de santidad del Siervo de Dios. En el colegio Sagrada Familia, Walter era el encargado de juntar la limosna para las misiones, y mostraba mucha alegría y entusiasmo cuando la misma era abundante. El por su parte no escatimaba en generosidad.
Como estudiante Walter era el mejor alumno de su clase, pero no competía para alcanzar o mantener este puesto buscando premios o aplausos. Humildemente y hasta con cierta timidez se acercaba a recibir los numerosos premios que le eran concedidos. Llegó incluso a ganar la medalla de oro que en aquellos años concedía el colegio de la Sagrada Familia a los mejores estudiantes. Sus compañeros le recordaron siempre con simpatía y aprecio porque no veían en el a un estudiante soberbio que hiciera alarde de sus conocimientos sino que por el contrario a un compañero ejemplar, siempre dispuesto a dar una mano a quien se le acercaba pidiendo ayuda. Al finalizar sus estudios consiguió un empleo donde trabajo como oficinista. Si bien trabajo poco tiempo porque comenzaron pronto los síntomas de su enfermedad, dejó huellas imborrables por su compañerismo.
“No tenemos derecho a ser mediocres.”
“Deseo conquistar la santidad.”
“No basta que yo sea bueno, es necesario que trabaje para que sean buenos mis compañeros, no basta que yo sea honrado, también debo anhelar que sean honrados mis compañeros. El apostolado exige el sacrificio, nada grande, nada bueno se hace sin ningún sacrificio, el que es cristiano y oriental debe saber que no debe amar las vulgaridades sino lo que es bueno, excelente aunque deba sacrificarse hasta lo último.”
Al sentir cercana su muerte pidió la Santa Unción y luego de recibirla besó sus manos ungidas con extraordinario fervor. Pidió a sus padres la bendición y luego tomando su crucifijo los bendijo a ellos. La enfermedad avanzaba. Llamaba la atención su serenidad, su cristiana entereza frente al sufrimiento, su profunda paz interior, su fe inmensa y su alegría durante la enfermedad. Con total abandono a la voluntad de Dios decía:
“Estoy en manos de Dios. Sea lo que Él quiera.”
Siguió a Cristo por la vía del dolor, valientemente, sin mirar atrás. Un día estaba muy abatido porque a causa de sus frecuentes vómitos no podía comulgar. El padre Atilio Nicoli, su confesor y director espiritual, le habló del abandono de Jesús en la Cruz. Esta reflexión lo tranquilizó y tomando en sus manos un crucifijo se puso a contemplarlo profundamente. Poco después apretándolo entre sus manos exclamó: “Muero tranquilo”. Estas fueron sus últimas palabras. Walter que amaba a Cristo irradiaba a Cristo tanto en su vida como en el instante de su muerte.
“No somos de este mundo, somos de Dios y vamos a Dios.”
A las 19.00 horas del día 18 de noviembre de 1939 entregó su alma a Dios. Fue enterrado en el cementerio de la Teja. Sesenta años después, el 18 de noviembre de 1999 sus restos fueron trasladados a su Parroquia, la Basílica de Nuestra Señora del Carmen de la Aguada. Es visitado con respeto y devoción por muchos fieles, especialmente los días 18 de cada mes en que se celebra la Eucaristía por su eterno descanso. El padre Nicoli dejó escrito que aquellos que lo conocieron dijeron: “Ha muerto un santo”