viernes, 2 de noviembre de 2007

Enrique Shaw (1921-1962)

F.V.D.

“Para convertir al mundo no hay sino un proceder: ser un santo”

“Debo poner en la más insignificante de mis acciones el mismo amor que yo pondría en el acto de ser llevado al martirio”


Fundó la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas e impulsó el crecimiento humano de su personal desde la Doctrina de la Iglesia.

Está en marcha en Argentina la Causa de Beatificación del Siervo de Dios Enrique Ernesto Shaw (1921-1962), un empresario que estuvo casado, tuvo 9 hijos y vivió 41 años de vida entregada fielmente a Cristo desde un firme compromiso con la Iglesia. Esa implicación se manifestó de manera pública en las empresas que dirigió, ya que impulsó el crecimiento humano de sus trabajadores inspirándose en la propia Doctrina Social de la Iglesia. Entre otras obras, fundó la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE), entidad que forma parte de la Unión Internacional de Empresarios (UNIAPAC), y escribió numerosos libros, folletos y conferencias. Además, también formó parte de varios movimientos eclesiales en el país sudamericano.

Hijo de padres argentinos, Sara Tornquist y Alejandro Shaw, Enrique nació en París el 26 de Febrero de 1921. En el año 1923, su familia regresó al país de origen. Su madre falleció cuando Enrique tenía 4 años, pero su esposo cumplió el deseo póstumo de Sara y confió su formación religiosa a un sacerdote de la congregación de los sacramentinos. En el Colegio de La Salle de Buenos Aires, fue un alumno sobresaliente. Pero lo que más distinguía a Enrique era su profunda fe religiosa: comulgaba diariamente y era miembro directivo de la Congregación Mariana.

Intelectual incansable:

A principios de 1936, después de cumplir 14 años, mostró su deseo de ingresar en la Escuela Naval Militar, a pesar a la oposición de su padre. Fue principalmente en los rigurosos mares del Sur donde, en ese momento, ejerció una comprometida labor apostólica, dando un fuerte testimonio de fe. Figuró entre los tres mejores promedios de su clase y fue el más joven de los graduados hasta entonces en la institución. Enrique fue siempre muy buen lector y buscaba ansiosamente responder a sus inquietudes. Autodidacta desde muy joven, a los 16 años comenzó a leer libros de economía, política, filosofía, historia y ciencia. Pero en ninguno de estos libros encontró la respuesta que él necesitaba. Una tarde del verano de 1939, en un folleto sobre Doctrina Social de la Iglesia, finalmente encontró lo que estaba buscando. Él siempre llamó a eso su "conversión".

Matrimonio y de la Marina a la empresa:

Entre las amigas con las que salía y a las que visitaba durante sus licencias en Buenos Aires, había una que le llamaba especialmente la atención: Cecilia Bunge. Con ella se casó en 1943 y tuvo 9 hijos. En 1945, fue enviado por la Marina a la Universidad Estatal de Chicago (Estados Unidos) para estudiar meteorología. Pero fue en ese año, cuando ya su familia estaba constituida y creciendo, cuando se produjo un cambio notable en el rumbo de su vida: Enrique vio que Dios le pedía un apostolado específico. En un principio creyó que debía hacerse obrero, pero un sacerdote lo persuadió para que llevase el evangelio al mundo empresario al cual pertenecía su familia.

Entonces renunció a la Marina y, de regreso a Argentina, se inició como ejecutivo de las Cristalerías Rigolleau. En poco tiempo llegó a ser gerente general y a conformar distintos directorios de otras empresas. Durante esos años, fue formando una espiritualidad propia relacionada con su vocación de empresario cristiano:

"Como empresario, sembrar esperanza, ver la realidad, renunciar al beneficio aparente del momento, ser un puente entre quienes conocen el problema y el sumergido que piensa en su problema inmediato".

Se incorporó a la Acción Católica y al Movimiento Familiar Cristiano.

Empresas cristianas:

En 1946 el Episcopado le encargó organizar con otros empresarios la ayuda a la Europa de posguerra, y en ese momento intentó crear una entidad para que los empresarios "sean más cristianos". Gracias al estímulo del canónigo Cardijn, concretó su aspiración y, en 1952, fundó la ACDE (Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa), de la cual fue su primer presidente. Desplegó así una intensa acción evangelizadora dirigida a la clase empresaria tanto del país como de América Latina, donde extendió el movimiento empresarial de la UNIAPAC, nacida en Europa pocos años antes.

"Que en la empresa –escribió– haya una comunidad humana; que los trabajadores participen en la producción y, por lo tanto, dé al obrero el sentido de pertenencia a una empresa; que le ayude a adquirir el sentido de sus deberes hacia la colectividad, el gusto por su trabajo y de la vida, porque ser patrón no es un privilegio, sino una función".

La enfermedad y unión con Dios:

En 1957, se le descubrió un cáncer. A partir de entonces, inició una tenaz lucha contra la enfermedad. Sin embargo, eso no le impidió mantener una intensa actividad participando en congresos, dictando conferencias, editando publicaciones, elaborando su diario y manuscritos. En estos últimos, ya empezó a despuntar el perfil de un hombre que fue uniéndose cada vez más a Cristo:

"No basta con hacer las cosas bien, o tal vez muy bien. Es necesario estar totalmente entregado a Cristo, pensar si cada acto está de acuerdo con las intenciones del Corazón de Cristo".

Despedida y muerte:

En 1958 integró el primer Consejo de Administración de la Universidad Católica Argentina. Participó en la fundación de Cáritas y del Serra Club. También llegó a ser presidente de los Hombres de Acción Católica. Organizó una librería a la que llamó "Casa del Libro", una iniciativa apostólica para difundir temas de espiritualidad, de la Doctrina Social de la Iglesia y de otras cuestiones éticas y culturales. Su frágil salud empeoró en 1962, aunque mantuvo viva hasta el final su labor como dirigente. Pocas semanas antes de morir, en una reunión con el personal de la empresa, dio las gracias a todos, especialmente a los obreros, los que habían donado sangre para sus intervenciones quirúrgicas. Viajó incluso a Lourdes a petición de los suyos, para pedir el milagro de su curación, pero también ofreció su vida por familiares y amigos. Falleció el 27 de Agosto de 1962, a los 41 años, tras dolorosos sufrimientos que afrontó con entereza, coraje y una profundidad cristiana conmovedora. Actualmente la ACDE es la principal entidad promotora de su causa de beatificación, que está en la etapa diocesana.

“Es necesario divulgar la verdadera dignidad, el sentido y el gran valor sobrenatural del trabajo. Antes del cristianismo, esto era propio de esclavos. Pero Jesús quiso nacer de una familia de artesanos y ser trabajador él mismo”.

“¿Qué espera Cristo de mí? Que lo descubra escondido en el prójimo, a través de las necesidades y las limitaciones. La presencia de Cristo es siempre fecunda”.

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